Voy a hacer una indiscreción: en el último mes tuve un segundo trabajo. De fin de semana. Y en las noches. Fui jurado pre-seleccionador del próximo Festival Internacional de Documentales de Santiago, FIDOCS. El festival será en la primera semana de diciembre. Mi pega fue ver 48 documentales, y elegir, junto a otros dos miembros del jurado, las películas que van a competir por el primer premio del festival de este año.
Imaginen como queda la cabeza después de ver 48 documentales. Pero peor es como queda la conciencia. Esta frase se la voy a robar a mi mujer: el documental es reflexión. Es ver el mundo que tienes al lado y pensar sobre lo que ves. Documental sin reflexión no es documental. Cuando no hay reflexión en la mirada, obtienes registro (cuando grabas el cumpleaños de tu hermano chico). O documento (cuando tienes la oportunidad única de grabar, por ejemplo, los aviones que bombardearon La Moneda). Esta última parte de la idea no se la robé a mi mujer. Se me ocurrió a mí mismito.
Así, ver 48 documentales chilenos es una oportunidad única. Es poder ver, prácticamente, todo lo que se hace en Chile en un año. Lo que, uno, no es poco. Y dos, es cada vez más interesante. El año pasado hice el mismo trabajo, y la verdad, es impactante ver cómo han aparecido una gran cantidad de directores jóvenes, de escuelas, algunos primerizos, que agregan reflexión a lo que graban. Que hacen verdaderamente documentales.
Esta experiencia, sumada a la de Valdivia, me tienen la cabeza dada vuelta desde hace varios días. No dejo de pensar en salmones. Los salmones y las salmoneras que los crían en el sur. Los salmones son la nueva pelea. La que ayer era Ralco, que se perdió porque yo, como muchos de ustedes, me importó un coco. Ahora ya no se puede hacer nada. Ni siquiera tomar conciencia. La cagada está hecha. Ralco tiene a personas sufriendo el desarraigo maldito de que un buen día te echen de tu casa, y sepulten el cementerio de tus familiares bajo millones de litros de agua. Yo, ahora, tranquilamente, puedo dejar la puerta abierta del refrigerador toda la noche. Puedo pagar la cuenta.
Tomar conciencia es un proceso íntimo. Es curioso, porque se necesita del resto para tomar conciencia. Se necesita de conversaciones, intercambio de información, lecturas recomendadas, pero las conclusiones las tiene que sacar uno, y nadie más que uno, en su soledad.
En este trabajo de fines de semana vi mucho. Vi estupendas películas que apelaron a mi lado cinéfilo. Pero otras removieron otros lados de mí. En Chile, me atrevo a decir, estamos haciendo mejores documentales que ficción. Lejos mejores. De los estrenos chilenos de este año, ninguno me ha removido demasiado (a excepción de «La sagrada familia», pero esa es del próximo año). Pero de una u otra forma quedé impactado con los 12 documentales que elegimos para la selección del festival.
Son películas que me han dejado deambulando por las calles. Son de esas películas que te tapan los oídos: alguien te dice algo, y no lo escuchas. Estás escuchando tus pensamientos. Bueno, te tapan los oídos, pero te abren los ojos.
No estoy autorizado a decir ahora qué películas seleccionamos. Recién deliberamos esta tarde. Los seleccionados deben ser avisados apropiadamente. Y hay que guardar respeto por los que no quedaron.
Pero debo decir algo: esta mañana, a la pasada, vi El Mercurio que estaba sobre mi cama y encontré esta nota. Esta simple nota:
Es una noticia cualquiera. Pero bastante reveladora. Fíjense como está escrita: el estilo indirecto tan propio de El Mercurio. No se cuenta el problema: se cuenta la respuesta oficial al problema. De la misma manera que, en los ochentas, uno podía leer: «Gobierno rechaza críticas de la oposición», sin aclarar cuáles eran esas críticas. No se informa: se da cuenta del ninguneo al problema.
Pero el problema está. Se puede ver, muy bien explicado, en el documental «Ovas de oro», de Anahí Johnsen y Manuel González. Esas críticas no son críticas, realmente: son datos de información. Datos como los siguientes:
- Chile es el quinto país pesquero del mundo.
- Y Chile es el segundo lugar, solo después de Noruega, entre los países productores de salmón del mundo. O sea, le hacemos al salmón.
- Los salmones no se pescan: se cultivan en el mar. Eso hacen las salmoneras.
- El 80% de esa gigantesca producción sale de una sola región de Chile: la región de Los Lagos, la XI Región.
- Si bien esta industria ha generado 1.400 millones de dolares, la región de Los Lagos sigue viviendo en la pobreza.
- No solo eso: los trabajadores del salmón ha acusado innumerables veces de maltrato laboral.
- Una mujer sufrió de un aborto por no ser autorizada a dejar su puesto de trabajo cuando dijo sentir dolores de pérdida.
- El 80% de los trabajadores gana menos de $200.000.
No solo eso:
- Chile es también el primer productor del mundo de harina de pescado.
- ¿Para qué sirve la harina de pescado? Fíjate que curioso: La harina de pescado es el principal alimento de los salmones que se cultivan en el sur.
- De hecho, para que un salmón suba un kilo de peso, debe comer dos kilos de harina de pescado.
- Y se necesitan 4 a 5 kilos de jurel o anchoveta para fabricar 2 kilos de harina de pescado.
- Curiosamente, los habitantes de los pueblos cerca del litoral, según el INE, son los que comen menos pescado en su dieta. Es caro para ellos.
Okey. Hasta aquí otra injusticia social. Hay tantas, ¿no? Pero el documental sigue:
- Para capturar esos millones de kilos que jurel y anchoveta que alimentan a los salmones, se practica «pesca de arrastre», también llamada «dirty fishing».
- Lo de «dirty» viene porque para pescar se utilizan redes que avanzan por el fondo de suelo marino.
- El «dirty fishing» agarra los pescados, pero también arrasa con todo lo que encuentra: algas, esponjas, corales de siglos de existencia son destruidos en segundos. Se crean verdaderos desiertos bajo el agua.
- La «dirty fishing» está prohibida en los países desarrollados, como Noruega. No en Chile.
- La situación del fondo marino es el secreto mejor guardado por la industria salmonera.
Hay más: las principales autoridades del sector pesquero son todos DC, con íntimos contactos con la industria pesquera; para que no enfermen los salmones, se agrega antibióticos a la harina de pescado (los antibióticos hacen que las bacterias, patógenas para el hombre, con los años se hagan inmunes); y la matanza de lobos marinos es habitual en la región de Los Lagos: los lobos marinos rompen las redes de los salmones, afectando el negocio.
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Qué decir. Temazo. Impactante. Más atención me llama que nada de esto se habla en los medios de comunicación. O aparece como en la nota antes dicha: ninguneado. Los directores e investigadores de «Ovas de oro» en la película incluso viajan a Noruega a entrevistar a los dueños de las salmoneras que funcionan en el sur de Chile. Y ellos dicen: «No podemos ser noruegos en Chile». Es decir, no podemos ser civilizados, respetuosos del medioambiente, de las leyes laborales.
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Ultima cosa. Juro que acá termino. Volvamos a ver la nota de arriba. Ahora, veamos la página de SalmónChile.
Los salarios de los operarios de la industria -según un estudio realizado por el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile- llegan en promedio a los $260.676, cifra que se ubica por sobre el salario mínimo de nuestro país y lejos de los $180.000 que establecen como sueldo promedio los estudios publicados por algunas organizaciones medioambientales.
La defensa de las salmoneras es por 80 lucas de diferencia. Ese es el rechazo a las críticas.
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El tema está candente: explotó hace unas semanas cuando Douglas Tompkins dijo que el avance de esta industria debería congelarse (vaya metáfora). No todos han quedados impasivos. Una interesante columna publicada el domingo en Economía y Negocios, escrita por Leonidas Montes, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, da unos datos bien iluminadores:
En la cena anual de la industria salmonera altos personeros de gobierno, legisladores, políticos y representantes de la industria comentaban, frunciendo el ceño, las declaraciones de Tompkins. El presidente de SalmonChile arengaba a la audiencia con innecesarias diatribas contra el «millonario gringo», calificándolo de «fanático ambientalista», llegando incluso a comparar el proyecto Parque Pumalín con Colonia Dignidad. El secretario general de Gobierno, Osvaldo Puccio, reconociendo la importancia de la industria, declaró que «Tompkins no fija ni la agenda productiva ni medioambiental del Gobierno», generando aplausos entre los asistentes.
De miedo. Más detalles sobre el tema pueden encontrar en esta columna de El Mostrador escrita por Sara Larraín, de Chile Sustentable.
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En fin. Ya lo dije: el proceso de toma de conciencia es personal. Si les interesa, manténganse atentos a este blog, para ver la fecha en que serán exhibidos este documental y tantos otros del FIDOCS. Gracias por la paciencia. Un abrazo.
2 respuestas a ««OVAS DE ORO»: El documental sobre la industria salmonera que hay que ver»
Para empezar, ha estado genial el articulo, especialmente la parte de las metáforas congeladas (bueno, es para reír un poco en medio del horror, de la impresión), me deja mucho que pensar. El documental de Anahí y Manuel, es una de las cabezas del monstruo, la industria textil es impresionante, la nestle tendrá algo que decir?, que tal la historia con el asunto pirata? es interesante saber que de los discos comerciales, las empresas multinacionales ganan el 80% y los «artistas» el 4% y dicen «los músicos se están muriendo de hambre, la piratería es terrorismo» INCREIBLE. Les va mejor ahora que nunca, se distribuye el material por internet por redes p2p y ganan millones en giras, el problema es que no ganan lo que sus cálculos determinan y pensar la mierda de música que nos ofrecen (http://www.elastico.net/copyfight/).
Me asusta esa frase que dice «en Chile no podemos pretender ser noruegos! Estamos enterados realmente que es globalización?
Recuerdo un documental de un amigo italiano Diego Malcuori, se trata sobre el WSF World Social Forum (http://www.wsfindia.org/) que se celebró en india. El mensaje en resumen era, no estamos solos, somos la mayoría y tenemos que defendernos del neoliberalismo. Es destructivo, arrasa con las culturas.
Ahora me acuerdo de la situación Colombiana, sobre los indígenas que dejaron el mango por la cocacola que perdieron el respeto por los ancestros y ahora se incorporan al negocio mas lucrativo de la zona. (Un saludo simbólico a Pachita, maestra de Jodorowsky). Que pasaría si realmente sabemos de que se trata todo esto? Creo que és esta la manera de cambiar, informando. Espero que el mensaje surja, que no solo se muestren los problemas regionales, es un documental global y espero se vea en otros paises, lo mismo espero para los festivales en Chile, que atraigan estas miradas claras, ideas puras y la verdadera necesidad de estar juntos y cambiar, denunciar, aclarar.
En Barcelona se celebra cada año el ovni, (Observatorio de Vídeo no identificado) es una linda muestra de documentales hechos en todo el mundo. http://www.desorg.org/intro.php.
Bueno hay mucho que decir!
Personalmente tengo la esperanza de un mundo diferente y espero el cambio de la función de la mujer en las deciciones humanas.
Muy bien.
Me parece que para ser serios en el análisis, no basta con obtener el sueldo promedio. Se me ocurre que hay que analizar por niveles y comparar en la misma industra y con otras zonas del país.
Hay que comparar los sueldos de operarios de plantas, de centros. Comparar sueldos de profesionales y finalmente sueldos de directores.
Para obtener una real dimensión de la brecha en los sueldos, habría que ser más práctico y evitar tomar partido hasta obtener un estudio serio al respecto.