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RUIZ: Fundos extraviados

Sobre «El dominio perdido».

“Como seguramente nunca me han visto, voy a presentarme. Soy el más conocido de los directores desconocidos. Así, por lo menos, me definió un crítico inglés hace treinta años y la frase continúa siendo cierta. Tal vez se deba a que no hago películas de aventuras, de amor ni de efectos especiales. Aunque en mis películas hay aventuras, amor y efectos especiales. Por ejemplo, esta es una película de aviones, pero como no teníamos muchos aviones tuvimos que hacer volar la cámara.”

Ayer fui a la función de las 10 de la noche de «El fundo perdido» (en el programa, «El dominio perdido», Le domain perdu, 2004), la película de aviones de Ruiz. Podríamos decir que es una película de aviones, que incluye a un cazador de tesoros, piratas, fantasmas, valiosos mapas que no sirven para nada y, efectivamente, cámaras voladoras.

Si existe un desafío para alguien que escribe de cine, es describir con justicia la trama de una película de Ruiz. Vamos a tratar. Pero vamos a hacerlo de la única manera posible: dando cuenta de que son películas sin un eje central, sino con multiples eventos que están desparramados como estrellas en el cielo, y que el espectador puede unir libremente para dibujar figuras. Convengamos que lo de las estrellas no es casualidad: no son las mismas las estrellas que vemos una noche u otra. Lo mismo ocurre con las película de Ruiz: son mecanismos vivos, mutantes, casi cronenbergianos, que cambian con el tiempo.

“Quisiera terminar citando a dos escritores. Uno es el filósofo Blaise Pascal, al que ustedes conocerán muy bien o, al menos, habrán oído hablar de él. Decía Pascal que todo lo que el hombre hace proviene de que no soporta estar solo en una habitación durante una hora. Y en este momento, ustedes van a pasar dos horas solos frente a la pantalla, así que les deseo suerte. El otro escritor es Jules Renard, que dijo que sus obras se debían releer antes de leerlas. Con mis películas sucede algo parecido. Así que les deseo que hoy revean El dominio perdido para que algún día puedan llegar a verla.”

1) DE QUÉ SE TRATA «EL FUNDO PERDIDO», VERSION CORTA: Esta es la amistad de dos hombres, a través de casi 70 años, unidos por los aviones, un tesoro perdido, una experiencia fantasmal, un libro y las mujeres.

2) QUIÉNES SON LOS PERSONAJES PRINCIPALES DE «EL FUNDO PERDIDO», VERSION CORTA: Uno es un aviador francés llamado Antoine Renaud, quien se extravía en su bimotor, y aterriza en los años 30s en un campo en el sur de Chile. Allí es bien recibido por una familia de campesinos que le da de comer. El hijo menor de esa familia es el otro personaje principal de esta historia, Máximo Miranda, un niño de unos 8 años. Un día que Máximo anda intruseando en el avión de Antoine, éste lo castiga con un cachetazo («por la chupalla el gobierno, aquí no hay justicia», sale alegando Máximo) y desde entonces se hacen amigos. O Antoine se establece como un nuevo y misterioso padre para Máximo.

Máximo, el niño chileno, crece, se hace aviador y en la película lo vemos en otros dos escenarios: en Londres, en la Segunda Guerra Mundial, haciendo vuelos de reconocimiento para los aliados; y en 1973, en Chile, el día mismo del Golpe Militar, cuando recibe la misteriosa visita de un joven francés y su novia. Ese joven francés resulta ser el hijo de Antoine, quien viene a hacer preguntas sobre su padre. El relato que hace Máximo, de aquí en adelante, es la narración que une la película. Lo que veremos en adelante, muy común en las películas de Ruiz, son recuerdos y evocaciones de ese relato.

3) QUÉ UNE A LOS PERSONAJES PRINCIPALES: Antoine y Máximo están unidos por la sed de aventura. Antoine despierta esa sed en Máximo. Antoine es un cazador de tesoros. Cree en la existencia de tesoros perdidos, y con Máximo van en la búsqueda de uno de esos tesoros. También los unen los piratas: Máximo es asiduo seguidor de radioteatros de piratas, pero le parecen personajes inexistentes, hasta que Antoine le cuenta que los piratas sí existieron, y que incluso él tiene antepasados piratas.

4) QUÉ AVENTURAS VIVEN ANTOINE Y MAXIMO: Podríamos decir que Antoine y Máximo viven dos aventuras. O dos y media. Las primeras dos aventuras ocurren en los años 30s, a poco de conocerse. El relato de estas aventuras puede ser un poco extenso pero por lo menos digamos que en la primera, con la ayuda de unos indios coya que juegan a la pelota sin arcos ni equipos, descubren un tesoro de monedas y mapas que no sirve para nada.

En la segunda aventura, Antoine y Máximo van en una camioneta y se quedan sin bencina en un campo lejos de casa. Es un desierto, un lugar lleno de animitas que repentinamente se llena de peregrinos (trabajadores comunistas, al parecer) que luego desaparecen. Intrigados, Antoine y Máximo salen en su búsqueda, y se encuentran con una mansión colonial donde hay una fiesta. Casi una fiesta colonial: los trajes son muy elegantes y anticuados. Y estos invitados bailan una especie de cueca de salón, con pañuelos al aire y agrupados en círculos. Máximo se queda dormido. Antoine, en cambio, flirtea con una mujer llamada Ivonne. «¿Por qué se ríe?», le pregunta a ella. «Me río porque soy seria», le responde.. Y continúa: «Y soy seria porque usted me da la impresión de conocerlo de antes«. Luego los invitados se congregan al amanecer a mirar por las ventanas unos fuegos artificiales, algo que según ellos, es «la ciudad que aparece».

La ultima media aventura ocurre ya en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Máximo, lo dijimos, se ha hecho aviador y al parecer, trabaja para los aliados (su uniforme tiene una etiqueta que dice «Chile» bordada en el hombro). Antoine aparece. Y le pide que le enseñe a manejar los nuevos aviones, lo que resulta infructuoso.

Más tarde, Máximo se da cuenta de que la vida de Antoine aparece descrita, detalle por detalle, en un curioso libro de aventuras. Más raro aún, ese libro, llamado «El gran Meaulnes» Máximo se lo tuvo que aprender de memoria por recomendación de su tío, por ser ésta la mejor manera de aprender francés. Memorizándolo, le dijo el tío, «se aprenden cosas que ni los franceses saben de ellos mismos».

Cuando Máximo descubre esto, que la vida de su amigo Antoine alguien ya la había escrito en un libro, le pasa «El gran Meaules» a Antoine para que lo lea. Más tarde, Antoine emprende un vuelo de reconocimiento para tomar fotografías al campo enemigo. Y nunca más vuelve. Esto es anunciado por Antoine: «Las cosas resultarán bien, pero no nos volveremos a ver», le dice.

A Máximo le dan la misión de ir a avisarle de la desaparición de Antoine a su única hija, que vive en París. Cenan juntos, hablan del libro («nunca lo lei porque nunca lo pude conseguir», le dice ella) y de la posibilidad real de terminar en la cama.

Más impotante aún, la hija de Antoine le cuenta de la infancia de su padre: le cuenta que su padre la raptó de la casa de su abuelo en 1922. Y que el autor de «El gran Meaules» era el mejor amigo de Antoine… que murió en 1914. Maz se queda masticando estos datos y estos años. Y algo no le calza…

Esta escena se empalma en paralelo con una que transcurre 30 años después, en Chile.

5) QUÉ OCURRE EN CHILE EN 1973: Todos los hechos relatados anteriormente transcurren en secuencias que van y vuelven en el tiempo, con un eje en relato que hace Máximo a Augustin, el hijo de Antoine, la mañana misma del 11 de septiembre de 1973 (no olvidemos, una mañana de aviones).

En esa mañana, mientras Máximo se encuentra escuchando un concierto para piano, y mientras se oyen explosiones en la calle y comunicados militares en la radio, Maximo recibe la visita de Augustin y su novia. Augustin viene herido de un brazo, y ha venido desde Francia para hacerle preguntas sobre su padre. Luego de escuchar ese relato (que conforma el 80% de la película), una patrulla militar viene a allanar la casa y se lleva detenidos a los tres personajes.

Por sus contactos con la embajada francesa, Máximo logra zafar de la detención, pero no así Augustin. Máximo y la novia de Augustin va a comer al que debe ser el único restaurant que permenece abierto el 11 de septiembre de 1973. Mientras comen Máximo, tiene una revelación: la novia de Augustin le recuerda otra mujer: la hija de Antoine.

Aquí nos enteramos que después de esa noche de 1942 en Paris, Maximo y la hija de Antoine tuvieron un hijo que Máximo nunca conoció.

6) CÓMO TERMINAN LAS AVENTURAS DE ANTOINE Y MÁXIMO: Estamos en la época actual (¿2004?). Máximo debe tener unos 80 años. Está sentado en una ceremonia en la Embajada francesa en Santiago. Ve cómo otros ancianos son condecorados. Y el joven que lo acompaña le dice que no se preocupe, que el próximo año le va a tocar a él.

A la salida de la ceremonia, el joven le dice que le tiene una sorpresa: lo lleva a una casona a las afueras de Santiago (¿Pirque?). Allí se encuentra con un vital anciano, más anciano que él, pero más energizado: es Antoine. Máximo casi no puede creerlo y hablan de cualquier cosa, mientras comparten un aguardiente de Chillán. «Yo era un cazador de tesoros», le dice Antoine, «pero tú eras un encontrador de tesoros».

Quedan hablando varias horas («me reí como no me había reído en muchos años», dice Máximo). Antes de irse, en el umbral de la puerta, Maximo desea resolver una última duda. «¿Cómo es posible…?», le pregunta Máximo, «¿cómo es posible que hayas raptado a tu hija en 1922, si el autor del libro donde aparece eso murió en 1914?». «Así son las cosas», le responde Antoine, como buen fantasma francés. «A él siempre se le ocurrieron las cosas antes a mí».

La película termina como si fuera una clásica aventura de fantasmas y aviadores del cine norteamericano de los años 40s. El joven que acompañaba a Máximo en la ceremonia final aparece despidiéndose con un saludo militar, mirando al mar, lo que nos hace pensar que quizás él es hijo perdido de Máximo. La cámara se acerca al cielo, y vemos un cartel que dice FIN que se acerca a la cámara.

****

Es curioso, pero es muy sensato que una historia como esta no provoque ni el más mínimo interés en muchas personas. No solo es sensato, sino que después de releer lo que acabo de describir, me parece hasta entendible. Pero si uno entiende eso, también deben tenerle paciencia ante la aura de fascinación que una película como esta puede provocar en uno.

Primero, es interesante la reconstrucción contante que hace Raúl Ruiz de Chile, y en especial, del mitológico Chile de su infancia, y cómo se mezclan esas experiencias sensibles (que el recuerda con mucho cariño en esta y otras películas) con sus experiencias intelectuales (que el atesora con no menos cariño). Ruiz mete todo eso en esa licuadora que es el cerebro humano cuando duerme, y lo trasnforma en una película.

No me parece de mayor sentido hacer una lectura de los simbolismos que puedan estar en la película. Lo más probable que una lectura freudiana haga una interpretación literatosa y única de los personajes, y nadie se banca a estas alturas algo así.

Pero me interesan dos cosas, que están en la reflexión constante que hace Ruiz del cine mismo: las figuras de los fantasmas y los dobles (los doppelgänger).

No voy a explayarme aquí de esos temas: pero me parece que es interesante que pongamos atencion a los encuadres fantasmales, a los lentes angulosos, a los planos contracenitales (¿existe esta palabra?), y a los múltiples espejos y reflejos que veremos en las películas de estos días. Olvidemos por un segundo las constantes referencias literarias (muy borgianas) de Ruiz. No lo escuchemos hablar. Por un momento, veamos los espíritus errantes de deambulan por sus películas. A ver si se animan…

Hoy son las funciones de la esperada «Aquel día» o «Ese día» (Ce jour-la), que fuera Selección Oficial en Cannes 2003, el año de «Dogville», «Elephant» y «Río Místico». Yo voy a la función de las 14:30 hrs. Un abrazo.

Por Gonzalo MAZA

2 respuestas a «RUIZ: Fundos extraviados»

Anonymous :::

Hola gonzalo,
buen blog tienes!
sólo por si quisieras cambiar la hr. en que vas al cine: a las 3.30 hay una charla de ruiz en campus oriente,

así que, quizás nos vemos
carolina urrutia

26/10/05 10:39 AM

Alvaro Bisama :::

oye: no entendí un carajo del argumento pero me encantó. eso. no creo que vea la película. renuncié a ver a ruiz hace tiempo del mismo modo que renuncié a seguir la obra de césar aira que es su versión argentina y literaria. su teoría del tiempo, que está en ese librito editado por sudamericana, me mata. influencia de borges & dick & piglia, supongo. todo sucede en este momento. todo es fantasmal. todo sucede ahora. eso. saludos.

a
26/10/05 1:35 PM

Alvaro Bisama :::

otra cosa más: «Los dominios perdidos» es el nombre de la antología poética de Teillier editada por FCE.
26/10/05 1:36 PM

Daniel Villalobos :::

Bisama, estás loco. Renunciar a ver Ruiz es confundir pérez con Manzano. Cuando esté muerto y tieso lo vas a lamentar. Aunque -considerando las películas que hace- lo más probable es que la gente se lo encuentre chupando en el Parrón mucho tiempo después del funeral. Eso sería increíble: borrachitos alegando que el muerto les pagó una caña.
Lo más parecido a maestros del medio que tenemos en Chile: Ruiz, Parra, Bolaño (RIP), Jorgi González, Coco Legrand. Y Marcela Paz, si estiramos el rizo, que inventó el mejor personaje de nuestra literatura y que capturó como nadie el coa escurridizo y timiducho de los shilenos.
Gran trabajo con el blog, Maza.

Daniel Villalobos
26/10/05 4:13 PM

Maza :::

Villalobos, Supongo que cuando dices Parra es Violeta Parra. Porque a Don Nica, nica.
En cuanto a Ruiz, no quiero ser snob. Lo juro. Voy a esperar a ver la película 20 de Ruiz para dar poder probar lo que ya huelo: Ruiz es el mejor cineasta vivo de esta época. Es, nada menos que el Alfred Hitchcock chileno, el Orson Welles chilote. ¡Juro que puedo probarlo! Solo denme tiempo.
26/10/05 4:33 PM

Anonymous :::

No se si el mejor (¿qué es mejor, despues de todo, y después de todo, qué importa?) pero sí el más original. De tanto tratar que su cine no parezca cine (de que se parezca, por ejemplo, a un juego de tazas chinas del siglo XII) al final resulta más cine que el de nadie.

Comparto la comparación con Parra(s) y Bolaño. Lo gracioso es ver como las entrevistas a todos ellos terminan en lo mismo. Debe ser algo en el suelo, en la leche de vaca flaca o el exceso de mariscos y tinto litreado que se da por nuestros pagos. No creo que haya que «tomarlo en serio», sino todo lo contrario, hay que «tomarlo a broma»… todos ellos son (o eran, QEPD) muy chistosos.
26/10/05 6:42 PM

Alvaro Bisama :::

villalobos: no se trata de renunciar sino que de evitar seguirlo con cierto frenesí. ¿hay alguien que le pueda seguir la pista a ruiz?. No sé. El ejemplo de aira es en cuando a productividad y cambio de sentido en el timón. la lección de ruiz es supongo es la valentía de ir a contrapelo de todo, de no temer fallar, de jugar de algún modo con las cartas marcadas. moral de roger corman aplicada al «jardín de los senderos que se bifurcan» de borges y una explosión de creatividad de tiempos de la up intacta. adoro la idea de ruiz del mismo modo que adoro la idea de una literatura de aira. da lo mismo si la leo o me pongo al día: ya me golpearon el corazón. ya me enseñaron una lección.

eso.

pd: el parrón va a sobrevivir una explosión nuclear. los fantasmas de todos los comensales vamos a esperar ahí sentados y fantasmales el fin del mundo, la llegada de la nada.
26/10/05 11:16 PM

Anonymous :::

Pucha que le poníh color, Bisama.
Pero miren qué pasa apenas Ruiz se pega una pasá por el terruño: en Padre las Casas aparece un pendejo a quien las arañas han picado 16 veces y nadie sabe por qué. Al cabro le dicen -obvio- Spiderman.
En Osorno, un ex-intendente que fuera torturado y exiliado, por fin se decidió a ver el documental de Allende…y se muere de un infarto en plena proyección.
Y ayer -esto es de veritas- mi santa madre me cuenta desde Temuco que la familia de una amiga en Chiloé pescó un monstruito en plena mar mientras tiraban las redes. Como lo describió, era entre un calamar y un tollo, pero…con pelo.
Y lo ruiziano fue que decidieron devolverlo al agua, por dos razones: porque si lo sacaban «iba a venir la tele y a pisotearnos los plantíos con los jeeps» y «porque si tiene crías después a lo mejor se puede hacer algún negocio». Seamonkeys chilotes. Anótenme con tres.
¿Qué tiene que ver esto con don Raúl? Harto, creo. Ayer en la charla con Prieur «inventó» una historia que era básicamente Llampo de Sangre, de Oscar Castro y nadie alegó ni paró el dedo. Bueno, yo tampoco.
27/10/05 9:40 AM

Anonymous :::

Maza: desde luego que digo Nicanor. Que ahora se junte con el cuicaje chascón clinicoide o que escriba huevadas disfrazadas de antipoesía no quita que sea el autor de Gato en el Camino, El poeta y la muerte o El hombre imaginario. Y de ese poema sobre los robots que vigilan a los manifestantes en la calle y que es el mejor cuento de ciencia-ficción local que recuerde.
A Violeta Parra en el fondo la odio por principio, pero creo que en su caso lo que uno odia (como sucede también con Neruda o Bolaño, en otro nivel) es la parada de sus seguidores y el carácter de animita laica que le dan a la pobre vieja. Si tuviera el status de simple cantora popular, a lo René Inostroza, seguro sería mucho más fácil acceder a ella y no habría que bancarse toda esta veneración upelienta seriota.

Villalobos
27/10/05 11:59 AM

Maza :::

Las obras, Villalobos. Las obras hablan por si solas. Uno se rinde ante la evidencia de las obras. Sin animo de patrón (don’t patronizeme!) si quieres te grabo un par de discos de Violeta Parra. Como toda gran obra, fuera de su contexto, sin el andamiaje de soporte oficial, siguen brillando. Es más, me dieron ganas de volver a escuchar sus discos. ¿Nadie escuchó la versión que hizo Sabina (y no, no soy ningun fan de Sabina) en el programa de Cecilia Bolocco (no me juzguen por mi zapping) de un tema de Violeta Parra… en versión blues? ¿Como nadie se habia dado cuenta antes que la métrica (y las letras adoloridas) de la canción popular de Violeta Parra era perfecta para el blues?

Pero bueno. Solo quería decir eso. Respecto a Ruiz, es bueno eso de ver cinco películas seguidas de Ruiz en una semana. Aunque claro, segun él, en el fondo estamos viendo unas tres mil, ¿no?
27/10/05 9:09 PM

Daniel Villalobos :::

-Para olvidarme de ti voy a cultivar la tierra.
-Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
-Volver a los 17.
Ahí tenís letras pernas, Maza. Okey, hay un tema de carácter de por medio. Pero que las letras meten unos goles de media cancha en términos de siutiquería, los meten. Con arquero y todo.
Me gusta El casamiento de negros (que creo que no es original de ella, pero le sale bonito) y un temazo que es sobre una mina que se penquea cuando la vida le muestra el codo: La petaquita.
Momento cine-dentro-del-cine: ayer veo Días de Campo en el Hoyts Huérfanos. Sólo habemos dos personas en la sala. Luego entran unas pendejas haciendo la cimarra que hablan por celular, se ríen con Pancho Reyes, no entienden un carajo y se van a los diez minutos.
El tipo de adelante empieza a hablar. Solo. Primero comenta a los actores. Después se discute a sí mismo y compara una escena con alguna clase de match deportivo (estoy algo sordo, lo siento). Después tararea la música. Le hago el ssshhh, aunque en verdad por puro joder.
Ah, mira, había alguien más en la sala, imagínate, dice. Como que habla con otro (por un segundo pensé que tenía un enano en la butaca de al lado). Sigue comentando la acción y -esto fue de gran ayuda para un provinciano como yo- nombrando las calles y el nombre de los bares y los actores y lo que comían. Se convirtió como en un comentario de audio.
Al final, luces. Me paro rajado porque no le quiero ver la cara, pero el tipo es más rápido, se para, gira…y era (no recuerdo su nombre) el profesor de Palomita Blanca, el que monologaba sobre un colega fresco. Más gordo, más viejo, con unos lentes oscuros estilo DINA, pero era él. Un personaje de la película se había arrancado a verla.
Taba guena, murmuró, pasando por el lado mío, pero como al aire. Yo, de puro cortés (de puro huevón) hice como un mmmmm de asentimiento.
Pero la verdad es que estaba guena.

28/10/05 9:52 AM

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