Este artículo lo escribí para Revista VIVE de VTR, y aparece por ahí perdido en una columna que sale con una foto mía con una cara muy bobalicona. En fin: el malo de Alaluf me pidió esta nota y después me la cortó, así que lo llamé indignado (todo lo que uno puede indignarse con Alaluf, claro) y decidí publicarla aquí, uncut. Los últimos dos párrafos es lo que no leyeron los suscriptores de VTR, y una primicia para los lectores de este blog. Ya ni sé si es buena. Quedé insegurizado. -GM
Por qué veo westerns
Alguien dijo que la historia de la humanidad se podría escribir como una sucesiva y incesante lucha de dos fuerzas: fuerzas de represión y fuerzas de liberación. Las de represión son las que nos permiten vivir en armonía con otros seres humanos; las de liberación, las que nos hacen buscar nuestro propio destino. Se trata de la lucha constante de cada día: en esta dicotomía se juega cuánto podemos aguantar, y cuando no podemos hacer otra cosa que explotar.
Pues bien, las películas de la oeste lo explican más fácil: en ellas, la pelea la da cada hombre que tenga una pistola. Esa pregunta debe hacérsela a cada minuto. Un buen pistolero es aquel que sabe perfectamente cuando guardar el revolver (reprimirse) y cuando apretar el gatillo (liberarse).
DUELOS Y LIBERACIÓN:
«El duelo entre el pistolero y su archienemigo es un poderoso momento moral. Ya no queda espacio para la represión. Para ambos duelistas ha llegado el momento de liberarse«
En los westerns, un pistolero demasiado prudente puede ser el culpable de que su comunidad sea arrasada; uno que dispara demasiado pronto termina liquidado en su ley, a pasos de la puerta de la cantina.
El frágil pegamento que nos mantiene unidos como comunidad es el tema más potente en los westerns. El género, mal que mal, es raro, único, irrepetible: transcurre en el momento histórico de un país (Estados Unidos) que se estaba construyendo a sí mismo, que estaba ampliando sus fronteras, en la búsqueda de nuevos territorios. Los westerns son el laboratorio donde podemos ver cómo se comportan hombres y mujeres que vagan errantes en tierras sin nombre, sin fronteras ni dueños. O susceptibles a que esos nombres, fronteras y dueños cambien a la fuerza. Fueron películas futuristas antes de que existieran las películas futuristas: el alien, el forastero recién llegado, es sospechoso por naturaleza y en lo posible debe ser exterminado.
En esos territorios desolados, esas tierras secas y polvorientas, surge lo más indómito del ser humano: las leyes son papeles que nadie respeta (y en las películas del oeste, los jueces son los más cobardes). La justicia la aplica el más fuerte. Curiosamente, el que mejor maneja el gatillo es también el más justo (falacia que nos tiene atrapados hasta hoy: George W. Bush vio demasiados westerns y no entendió ninguno). El sheriff es la reserva moral y la cuna del moralismo: los que caen en el whisky y los juegos de cartas son hombres de segunda categoría. Hay ideales más fuertes que eso: en los westerns más antiguos, esos ideales son defender a la familia, a los seres queridos y la propiedad privada (“A la hora señalada”). Conforme fueron pasando los años, cada vez fue quedando menos por defender; un pistolero puede sentirse afortunado si puede ejercer justicia (su propia justicia, la que le conviene a él) y quedar vivo para contarlo (“El bueno, el malo y el feo”).
Por supuesto, el duelo entre el pistolero y su archienemigo (uno de los dos siempre es un forastero) es un poderoso momento moral, en el que ya no queda espacio para la represión. Para ambos duelistas ha llegado el momento de liberarse. Este ícono climático se sigue ocupando hasta hoy, y hasta un niño puede entenderlo. Me ha tocado ver en televisión a Arnold y Bob Esponja batirse a duelos recreados de los westerns. Y la referencia, por infantil, no deja de esconder el horror secreto de la convivencia humana: a veces, este pueblo es demasiado pequeño para los dos.
7 respuestas a «REVISTA VIVE: Por qué veo westerns»
miyagi san
quiza es la resaca, pero me parece que es el mismo texto que lei en la revista en cuestion.
luego de ese articulo portada que hace un par de numeros publicaron en aquella revista de vtr, firmado por nicolas lopez y donde el cuenta de la noche en que bailo dos canciones con kirsten dunst y cruzo con ella igual numero de palabras, he querido ofrecer a los editores un par de articulos vivenciales en la misma linea.
«yo me tope con uma thurman en un ascensor» (texto con volumen 1 y 2)
y «yo le preste un encendedor a ben affleck (y jamas me lo devolvio)».
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oye. y deadwood?
deadwood es para volverse loco.
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ciertamente como se dice en un hombre sin nombre, hay dos tipos de personas, los que llevan pistolas y los que cavan, tu cavas.»
(«You see, in this world there’s two kinds of people, my friend: Those with loaded guns and those who dig. You dig.»)
sabiduría zen a balazos
(maza, t estoy linkeando, salu2)
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