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DIARIO DE VALDIVIA 1: Maletas, mariscos, discursos

La Pizarra
Se han demorado las actualizaciones de los blogs que cuentan lo que está ocurriendo en Valdivia. Esa es señal inequívoca de que la gente lo está pasando bien. Ahora es domingo en la mañana, y recien puedo dar cuenta de la inauguración y las primeras películas. Y eso es porque hemos tenido días soleados de paseo a la costa, subiendo a una van o a un colectivo con los invitados que no pueden creer lo lindo del lugar (¡ni yo tampoco! No recuerdo en el pasado días de sol tan agradables como los que han habido desde que llegamos).Así fue que el viernes comenzamos: por decir la frase «¿Y no les gustaría dar un paseíto?» terminamos con Martin Rejtman, Quintín y Flavia de la Fuente comiendo mariscos en Corral, y ayer, con los dos últimos, tomando un pisco sour en un mirador increíble a la altura de San Ignacio. Los detalles y las fotos las tienen ellos. Rejman y los Quintines son personas muy agradables para conversar de cine, pero también de visitas previas a Chile, de tipos de almeja, de los paisajes de San Clemente (donde vive la pareja, retirados desde hace varias temporadas de Buenos Aires), de libros de cine y hasta del mercado inmobiliario.

A la vuelta tuvimos que correr para llegar a la inauguración, que fue en el Aula Magna (con prístino proyector 2K) y con presentación de «La maleta», un proyecto que se nos ocurrió en el festival en mayo de este año y que tuvo su coronación en la noche del viernes: agarrar esos negativos que tenían Luis Horta y Pedro Chaskel en la Cineteca de la Universidad de Chile, convencer a Ruiz de que era una buena idea terminarla, conseguirse la plata -gestión de parte del festival- para hacerlo, hacer transfer en Chile Films, etc. Yo no había visto nada del resultado final de la reconstrucción: solo 40 minutos de transfers inentendibles.

Ruiz agarró el material, lo editó con Inti Briones en un Mac, sentado en un sillón de su casa, y luego le agregó ruidos guturales (tipo «Mr. Bean», como comentábamos con Adrian Martin a la salida de la función) y aplausos más alguna música «reciclada» de Arriagada. El resultado, ya desde la perspectiva crítica, es un hallazgo porque confirma que desde el primer minuto Ruiz fue un cineasta buscando un choque de elementos formales (hay una secuencia media de ciencia ficción, con el tipo que está dentro de la maleta del título con unos tubos plásticos saliéndole de la nariz) y experimentando con la dimensión del plano (como un plano secuencia al interior de un ascensor, en el que la cámara da vueltas sobre su eje para captar varias veces distintas los rostros de los dos pasajeros que viajan, y para lo cual -me da la impresión- los actores cambian de lugar mientras la cámara da vueltas…), eso sin contar la inauguración de una constante obsesión ruiziana: los espejos, montones de espejos en las paredes de las piezas, en los baños, en el mismo ascensor.

El estreno mundial de «La maleta» es, claro, parte del programa especial «De Raúl a Raoul: el cine de Raúl Ruiz antes del exilio» que se exhibe en el cine club de la Universidad Austral a las siete de la tarde (y que viene siempre después -en magnífico programa doble- de la imperdible retro de Robert Bresson en la misma sala). Ayer sábado dimos «Nadie dijo nada» (que ya he visto tantas veces que es ciertamente mi película favorita de Ruiz de esta etapa chilena, tan chistosa, tan llena de ideas refrescantes y buenas actuaciones que nunca más volvimos a ver en el cine chileno, ni siquiera con los mismos actores -Vadell, Alarcón, Villagra-), y la copia era ligeramente distinta de ese VHS que daba vueltas por Santiago desde hace un par de años: con créditos iniciales completos, escenas enteras que no estaban en esa misma versión (como parte de la llegada de un carrete a la casa) y el mismo mal audio, aunque con subtítulos en italiano (en adelante, supongo, solo se aceptarán subtítulos en español, porque estos diálogos imperdibles no puede quedarse fuera de la experiencia de ver la película). Por cierto, hay un plan para «repatriar» algunas de estas copias (obtenidas de España, Bégica, Italia, Inglaterra) y en el que está metido la Cineteca Nacional. Un verdadero deber, si me preguntan.

Respecto a los discursos del título de este reporte, y que viene en perfecto complemento con las conversaciones como puntos de fuga de NDN, en la inauguración fueron eternos. Es obvio que son necesarios para los auspiciadores y miembros de la institucionalidad cultural dejar en claro que se ponen con el festival, pero claramente esto debería paracerse más a los premios Oscar, y cada uno de estas personas debería tener un límite de 30 segundos para hablar, porque o si no la partida es medio en falso y no deja de ser agotadora. ¿Será posible algo así en el futuro? Demás está comentar el contenido de lo dicho: pueden verlo directamente en este video.

Sigamos después. Hoy domingo es día de más búsquedas: la alabada «Profit motive and the whispering wind» de John Gianvito (tumbas y monumentos para contar la historia reciente de masacres en Estados Unidos) en programa doble con «Las variaciones de Marker» de Isaki Lacuesta, que no dejan de recomendarme. Eso es a las 15. A las 17:45, el simpático burrito de Bresson, «Au hasard Balthazar»; a las 19 hay que elegir entre la chistosa y femenina «Silvia Prieto» (en el Lord Cochrane) y «El hombre que camina» de Aurelia Georges (en competencia, en el Cervantes, creo qe voy por esta), o bien esperar hasta las 20 para enfrentarse a «Tres tristes tigres» (version Filmoteca Española, parece que en muy buen estado); y a la noche, el estreno en Chile de «El cielo, la tierra y la lluvia» (Torres Leiva haters abstenerse) versus «Cochochi» (también en competencia)  versus la última de Meirelles, «Ceguera» (paso), además del quejoso Vidaurre y su «Oscuro/iluminado» (que alegaba por Facebook que se la habían programado en mal horario… sí, claro, domingo en la noche, pésimo, y que mas encima se proyecta en glorioso 2K).

O sea, de ahí nos belmont.

Por Gonzalo MAZA

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