Como todos los años (¿como todos los años? Ni siquiera estoy seguro que sea así) les adjunto mi lista de imperdibles del Festival de Valdivia de este año. Es una lista rara: hay películas que vi y otras que quiero ver. Tampoco tiene un orden especifico (aunque, cualquier cosa que no esté en orden en alfabetico también tiene su propio y misterioso orden). Tampoco son 10, ni 15 ni 5. Es una lista en progreso. Hoy voy a escribir de unas, mañana de otras y así. Es la única manera de no agobiarme ni agobiar al resto. ¿Le parece?
Ahí vamos:
1) y 2) LOS ANGELES PLAYS ITSELF y GET OUT OF THE CAR de Thom Andersen: Es una alegría poder ver estas películas de Thom Andersen. Hay dos más en programación, pero si tienen que elegir alguna, por favor no se pierdan ninguna de estas dos. LOS ANGELES PLAYS ITSELF (2003) es cine ensayo cinéfilo de la mejor especie. Una película sobre el pasado y la geografía de una ciudad: con un detallismo de alguien que solo ama el cine y la ciudad donde vive, Andersen recopila de casi un centenar de películas de Hollywood (desde Terminator hasta Chinatown) como ha hecho la cuna del cine del mundo para retratarse a sí misma, y en el ejercicio fascinante intenta contar las historias subterráneas de la ciudad. La película dura casi tres horas y es simplemente inolvidable. GET OUT OF THE CAR, por su lado, dura apenas 34 minutos y es una fiesta: Andersen va con su cámara por la ciudad, y se enfoca en particular en carteles de distinta indole, y graba el sonido y las conversaciones de los que pasan por ahí. Cine cowboy y universitario al mismo tiempo. Un astro, Andersen. Una lástima que el son of a gun haya dejado botado el festival por una enfermedad de último minuto. Lo queremos, pero lo queríamos más acá.
3) FOREIGN PARTS de Véréna Paravel y J.P. Sniadecki: El título de este documental, que podría traducirse como «repuestos extranjeros», retrata lo que tiene en común el barrio de mecanicos en Willets Point, Nueva York, un barrio que tiene fecha anotada para su destrucción y que es una Babel moderna donde conviven reparadores de autos de latinos y norteamericanos. La primera secuencia con que abre la película es simple e impactante: el deshuesamiento del motor de un auto filmada como una operación a tajo abierto, donde las válvulas se cortan y saltan las chorros de aceite. Más tarde, cada secuencia está construida con la misma dedicación y el resultado es una película incesante e intensa, cargada de una nostalgia nueva, el amor por un territorio que como espectador uno recien está conociendo. Una película muy particular. Tuvo doble premio en Locarno.
4) MITOMANA de José Luis Sepúlveda y Carolina Adriazola: Si no la vieron el año pasado en un pre-estreno en este mismo festival, ahora es la oportunidad de agarrarla. Sepúlveda y Adriazola (de quienes el festival recopiló todos sus trabajos, que van más allá de «El pejesapo») se enfrentan a su fantasma negro, la misma fuerza que pareciera empujarlos a hacer películas y a dejar de hacerlas: el problema de la representación de la pobreza en el cine y sus límites. Película intensa y magnética, merece más de un visionado para ingresar verdaderamente al mundo que propone.
5) y 6) FILM SOCIALISME de Jean-Luc Godard y UNCLE BOONMEE WHO CAN RECALL HIS PAST LIVES de Apichatpong Weerasethakul: Porque son las últimas de Godard y Apichatpong, estuvieron recien en Cannes y ya están acá. Poco más que agregar.
7) y 8] ELECTRODOMESTICOS de Sergio Castro San Martín y LA TIERRA SEÑALADA de Soledad Cortés: Dos documentales inesperados y urgentes sobre la emblemática banda underground de los 80’s, y sobre el magnífico Juan Radrigán, el dramaturgo chileno vivo más importante de este momento. El respeto chamánico por lo retratado no es sinónimo de distancia, y las dos películas saben eso. En particular, mucho ojo con la de Soledad Cortés, que es parte de una trilogía que la directora partió con Gonzalo Rojas y terminará con Raúl Ruiz, en una rara sincronía de grandes artistas chilenos que se escriben con R. La manera en que Soledad Cortés se aproxima al documental biográfico es muy sagaz, empática en lo poético y finalmente única.
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