Anelys Wolf es una artista de la Universidad de Chile que para la inspiración de sus más recientes obras tomó fotogramas de películas de José Luis Torres Leiva, Cristián Sánchez y Elisa Eliash y los volvió pinturas. Sus aproximaciones a estas películas son sugestivas y bellas. Tanto, que en conjunto con el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse (que transcurre esta semana) Anelys instaló su exposición en la galería Lemniscate en esa ciudad. Y muy amablemente me pidió que escribiera el texto del catálogo, a lo que accedí feliz. Esto fue lo que escribí. El título de mi texto le gustó a Anelys y terminó siendo el nombre de la exposición.
Relaciones secretas
Sobre exposición de Anelys Wolf en Toulouse 2010
Una de las tareas de la crítica de cine es descubrir enlaces entre las películas, conexiones físicas y emotivas que van más allá de lo aparente. No se trata solo de encontrar temas en común entre las obras de un mismo director, o propuesta formales que distinguen a una generación de realizadores. A veces, muchas veces, esas relaciones son secretas, casi invisibles hasta el momento en que se enuncian y dejan su anonimato ante el mundo. Entonces, solo entonces, la crítica de cine es un acto de descubrimiento y conquista.
Algo de ese descubrimiento y conquista existe en estas pinturas de Anelys Wolf. Ella ha tomado fotogramas de películas de tres directores chilenos de diferentes generaciones (Cristián Sánchez, José Luis Torres Leiva y Elisa Eliash) y las ha vuelto parte de su obra. Por supuesto, desde la perspectiva de Anelys, no existe una búsqueda de la “gran escena”, o ni siquiera, del rescate iconográfico de estas películas. Más bien, de manera muy intuitiva, hay algo que atrae a la artista de estos otros artistas, algo magnético e misterioso, y es eso lo que la empuja a hacer su obra.
Pero, ¿qué es eso? ¿Qué puede haber en común entre tres directores de convicciones tan variadas en sus películas? Hay algo muy francés en la manera en que Sánchez retrata las luchas entre dominados y dominadores en sus cintas, así como hay algo muy asiático en cómo Torres Leiva sigue a las obreras que salen de su fábrica, y hay algo muy propio del cine norteamericano más independiente y neoyorkino en la relación que se establece entre una madre y su hija en “Mami te amo” de Elisa Eliash. Anelys Wolf recoge de cada uno de ellos momentos íntimos, algo frágiles y algo desolados, que viven estos marginales emocionales.
Podemos hacer un segundo descubrimiento sobre la obra de la señorita Wolf: de estos personajes del cine a ella le interesan sus cuerpos y su colisión con el territorio que los circunda. La mujer que sale de un portamaletas en “El zapato chino” podría ser la misma que toma una piedra en sus manos en el paso peatonal sobre una autopista en “Mami te amo”. Un ataque sexual en una cocina en “Los deseos concebidos” bien puede ser aquello en lo que reflexiona una mujer que se arregla el pelo y se cambia de ropa en un vestidor de “Obreras saliendo de la fábrica”. El punto de vista de un hombre que espía a una mujer semidesnuda bebiendo agua en “Cuídate del agua mansa” es tan omnipresente como las rejas que encierran a las mujeres sobre el puente de “Mami te amo”.
Si se puede llevar más lejos la especulación cinéfila, hay algo bressoniano en estas pinturas. No es raro descubrirlo si sabemos que tanto Torres Leiva y Sánchez son activos admiradores del director francés. Hay algo ascético, silencioso y rotundo en todos estos planos. Como si cada uno de ellos, tal como dice Raúl Ruiz, fuera una película en sí mismo.
Gonzalo Maza
Santiago, Febrero 2010.
Pueden ver más fotos de la inauguración de la exposición en el sitio de Facebook de la galería.