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DIRECTORES EN CARTELERA

CLEAN: Sentimientos en fuga

La última del francés Olivier Assayas.


«Clean» es la primera película que se estrena comercialmente en Chile del francés Olivier Assayas. Apareció en cartelera el jueves antepasado. Ahora está en su segunda y, al parecer, última semana en nuestras pantallas. Tuvo su pre-estreno en Sanfic de este año. La protagoniza Maggie Cheung, la ya diva asiática de «Con ánimo de amor», quien se ganó con justicia el premio a Mejor Actriz en Cannes 2004, el año en que Tarantino fue presidente del jurado. Cheung estuvo casada con Assayas, pero ya estaban separados cuando hicieron esta película juntos. Tricky, el músico electrónico, es un personaje clave de la película (no es cameo: actúa de Tricky, la estrella de la electrónica), así también como la música de Brian Eno, y claro, Nick Nolte, que ya viene a ser el padre del todo el mundo después de verlo aquí.

No puedo decir mucho más que esto: datos. Aún estoy digiriéndola. Podemos agregar que se trata de una mujer china que es pareja de un rockero de cierto renombre, con quien tiene un hijo que no vive con ellos, sino que con los padres del rockero. Y el músico muere de una sobredosis de heroina. La mujer no tiene culpa directa: compró la heroína, pero no estaba en el lugar de los hechos cuando todo ocurrió. Pero, de todas maneras, se va seis meses a la cárcel. Cuando sale, debe empezar todo de nuevo. Debe volver a encontrar trabajo. Debe intentar reconstruir una vida para recuperar a su hijo. Pero no se la hacen fácil. «Tú has recibido golpes, pero también los diste», le dicen. «Pero te mantuviste de pie, y por eso te respeto», le hace de sparring moral Sandrine, una fan y especie de amiga que encuentra en el caos.

Es el mundo de la música: el mundo de Mojo, Austin, Dreamworks, Q, Limp Bizkit, Mazzy Star, todos nombres que se entremezclan entre los diálogos de los personajes. Es el mundo de los desarraigados, que viven entre Londres, París y Vancuver. Y los que quieren ser mejor persona. Es el mundo de los que intentan explicar lo que no se explica: «Es fácil ser valiente cuando todo va bien», dice Albritch, el personaje de Nick Nolte. «Lo difícil es ser valiente cuando el mundo se te viene encima». Albrith es un buen tipo, honesto, algo misterioso: «Los niños me intimidan», le dice a su mujer, que está enferma. «Entienden todo, me leen el pensamiento». Y es el ancla esperanzadora entre todo este frío interno y de soledad que es la vida de Emily (Cheung): «Creo en el perdón. La gente cambia», le lanza para tranquilizarla.

La película tuvo buena crítica: no sólo la encontraron buena; también dijeron cosas interesantes de ellas. Las buenas películas. en general, te hacen escribir mejor. Leopoldo Muñoz en Las Ultimas Noticias habla de «la humanista óptica de la voluntad contra el destino»; Ascanio Cavallo en El Sábado tuvo problemas con el uso de la cámara de Assayas (elemento que a nadie deja muy indiferente: todas la críticas hacen referencia al tema); Pamela Bienzobas, en Mabuse, hace un atinado perfil de Assayas; Sebastián Lorenzo en La Fuga hace referencia al modelo discriminatorio al que debe enfrentarse toda adicta; para Lídice Varas de La Nación la suciedad de las ciudades que se muestran son el marco para la suciedad de los personajes; y Ernesto Ayala en Wikén da en el clavo con «cierta épica» que late en lo más profundo de la película:

«La forma en que nos esforzamos por llegar a acuerdo con nosotros mismos, con nuestra historia y nuestro entorno, si es que lo logramos, nunca está del todo desprovista de cierta épica».

¿Alguien más la vio?

Película de músicos

Por Gonzalo MAZA

5 respuestas a «CLEAN: Sentimientos en fuga»

La ví hace 5 horas. Yo también creo que no sigue despues de esta semana, que lastima (el publico chileno).

Tiene un buen buceo por la panorámica del rock bajo perfil. Emily es épica. El niño Jay se va a autodestruir despues, porque ya es demaciado conciente para su edad y de toda la catastrofe que vive. Aunque puede seguir como acompañante aventurero de su madre, y también ser músico. El dialogo del zoo no esta bien, arruina.

AFA :::

Recuerdo que cuando la vi me dejó bastante frío, o mejor dicho, bastante más frío que lo que esperaba. Había leído antes una artículo de Kent Jones y una entrevista con Assayas en la que hablaba de Clean y me parecía una idea genial, alguien que encuentra la redención incluso a espaldas de ella misma, sin saber cómo, sin ser tocada por una varita mágica. Assayas debe ser quien mejor habla de su propio cine, al punto de llegar casi a justificar lo injustificable, como Demonlover, que cuando uno lee a Assayas hablando de ella se vuelve un monstruo inteligente y lúcido y no la película bastante mediocre e ingenua que resulta ser.

Al final descubrí que lo que no me convenció de Clean fueron básicamente tres cosas. Dos son los dos clichés que creo encierran narrativamente la historia, clichés que me costó bastante superar y olvidar y que me «sacaron de onda» todo el tiempo. Me refiero al músico-genio-incomprendido del inicio (el esposo de Emily) y el músico-genio-no descubierto del final (Emily en el estudio). Esa especie de «glamorización» del fracaso, es decir, en realidad nadie en la película fracasa, sino que son ganadores disfrazados.
Esto me resulta un poco más importante de lo que debiera ser porque cuando vi Clean estaba pensando en «Fin de Agosto, Pincipio de Septiembre», a mi juicio la obra maestra de Assayas, donde de nuevo se trata la historia de un artista (un escritor) pero sin nunca sacarlo de proporción, sin nunca tocarlo con la varita de la rendención a través del reconocimiento público. El escritor de Fin de agosto… muere, y su enfermedad y la certeza de su muerte (hay una conversación en un tren que es mi mmento favorito de Assayas) le da humanidad, algo que me faltó un poco en Clean.

Luego está el tema de la distancia con el personaje. Clean está narrada desde una distancia muy particular. No es primera persona pese a que seguimos a Emily casi todo el metraje. Esta distancia me permitió hacer algo sumamente perjudicial: juzgar a Emily. Cuando la veía no dejaba de pensar en lo inmadura que era, en lo víctima que se veía ella misma (y que Assayas traba de hacerla parecer)… caí en esa trampa y eso me impidió sentir lo que le pasaba…

en fin, mi mayor problema con Clean es que es una película de Assayas, y después de L´Eau Froide, Fin de Agosto, Les Destinees y ese maravilloso documental sobre Hou, como que uno (al menos yo) le exijo más… injusto igual, no?
13/11/05 1:35 AM

Akane* :::

sisi, hoy mismo!
Pero no sé criticar cine y tampoco sabría calificar esta peli.
Si me gustó y no me gustó, más si que no.
13/11/05 5:59 AM


Maza :::

Gracias, Alejandro. A mí me pasó algo muy ridículo. Entré al cine pensando que la película duraba 175 minutos (que es lo que decía la página de cartelera de El Mercurio), cuando en realidad no pasa de los 110 minutos. Lo que quiero decir es que iba preparado anímica y espiritualmente para ver una película de tres horas, con una actriz china. Cuando Maggie Cheung hace su paseo por el zoológico con su hijo, miré el reloj y dije «Mmmm, esto es recien la mitad de la película, y parece el climax», y cuando canta en el estudio, me dije: «¡La película debería terminar acá! Es el final perfecto… ¿Qué más se podría contar en una hora más?».

Y la película se termina ahí.

La película no me dejó frío como a ti. En parte, me imagino, porque no he visto ninguna otra película de Assayas. Me parece que las actuaciones el parcito de Cheung y Nolte dan ganas de pegarles: casi se ufanan de su talento. Están soberbios, en el sentido amplio de la palabra. Se creen la raja. Nolte con ese tick de las cejas que le tiemblan, y la hongkonesa cambiando registros como quien cambia diapositivas en una máquina. Nunca se arranca, siempre se contiene.

Es una pelicula ondera, claro. Sin embargo, ahora que lo dices, caigo en cuenta de los clichés genio-creativo. Pero no lo vi. Además, es una película de músicos… ¿qué esperabas? Es otra manera de contar la vieja historia de caida y resurrección.

Yo creo que que te vaya bien, o que logres lo que ansías es tan humano, nos identifica tanto, como cuando no lo logras. Pensar que los perdedores son «más humanos» es, digamos, otro cliché. Los márgenes de acción dramática en un género como éste son tan estrechos como los márgenes que dejan las películas de deportistas: al final, o gana la carrera o pierde la carrera. Y por lo menos, me parece, lo importante no es eso (Emily no quiere ser una estrella… quiere volver a ver a su hijo). La película surfea bien (surfea, porque ya dijimos, es ondera) por esas olas.

Y lo de juzgar a Emily está bien. Precisamente, nos hacen juzgarla para después comernos nuestro prejuicio. No es una blanca paloma. Tampoco es la puta con corazón de oro. Es una mina perdida que necesita agarrarse de algún lado. Quizás, Maggie Cheung es demasiado bella, y se produce un poco el efecto «Betty la fea»: Assayas la afea harto para que al final se saque los lentes y se corte la chasquilla.

Todos estos elementos son propios del melodrama, y odiarlos de por sí nos aleja del mundo. Pensando así, ¿con qué parámetros se podría disfrutar de una película de Douglas Sirk?

Así que, discrepo: no es mediocre la película (cuesta harto trabajo lograr esa contención) ni ingenua (sabe lo que hace, aunque haya cosas que no nos gusten).

Sí es redonda, quizás demasiado redonda. Perfectilla. Y ese debe ser el frío que se cuela en la sala cuando uno la ve.
13/11/05 10:59 AM

AFA :::

Si, puede ser. Como te decía, Clean tiene todo lo que me gusta en una película. Mesura, un guión narrativo pero lo suficientemente abierto como para que existan esas escenas que no te cuentan nada específico pero que son puro cine (el niño comprando comics), unas actuaciones de miedo (Nick Nolte contándole a su esposa que en realidad los niños no son su fuerte es para parar los pelos), incluso cuando lo pienso, el que uno juzgue a Emily me parece una buena idea…… y sin embargo me dejó frío, no me produjo ninguno de esos momentos epifánicos que sí me produjeron Fin de Agosto, Agua Fría y les Destinees, incluso partes de Irma Vep. Tal vez si fuese una película de perico los palotes me hubiese logrado emocionar, pero siempre me pasa con los maestros (y Assayas es para mí uno) que como que cada vez les exijo más o los mido con otra vara.
Puede ser, como dices, que me haya parecido un poco fríamente perfecta, pero ojo, que esa distancia o frialdad también es premeditada y si pienso en ella me parece justa.
Cuando me refiero al fracaso, no me refiero tanto al típico artista fracasado, sino al fracaso final: la muerte, y la muerte que llega antes de que el artista se consagre o disfrute en vida de su éxito (fracaso que sí estaba calro en el escritor de Fin de Agosto.. a pesar de que después editaban todas sus obras, tampoco para hacerse ricos, pero algo así). Sobre el cliché del artista fracasado, no lo veo tan común. Lo que hay mucho es el artista fracasado que al final de la película encuentra rendención, igual que hay muchas películas del genio-loco, el loco-lindo y el loco-mas-cuerdo-que-cualquiera. Pero películas de artistas fracasados, gente sin talento, así como de locos-locos… hay pocas, tal vez si la última de Hou (una tipa que canta pero que no tiene dedos para el piano) y Keane (una joya de Lodge Kerigan en que un esquizofrénico vive dentro de una pesadilla) y un poco más.

En fin que Clean no creo que sea una mala película (cuando decía que me parecía mediocre e ingenua me refería a Demonlover, no a Clean), y de hecho hasta me gustó por partes, pero poco. Lo que sí me alegró mucho fue que no fuera como Demonlover (pensé por un momento que habíamos perdido a Assayas)… pero igual me dejó helado, o tibio a lo más… en una de esas me estoy quedando sin alma.

saludos
13/11/05 12:29 PM

AFA :::

Una cosa más, seguí el link a Ascanio Cavallo y hay una frase que me golpeó en el estómago… «el buen cine francés es escaso y de pocos autores significativos».

Ya va siendo tiempo de que Ascanio Cavallo se de una vuelta por internet (y aprenda a piratear), vaya a algún festival (aunque sea al Sanfic), se suscriba alguna revista de cine de afuera (le recomiendo Cinemascope o Filmcomment) antes de seguir despotricando contra un cine que ni conoce. Claire Denis, Bruno Dumont, Laurent Cantent, Eric Zonca, Agnès Jaoui, Gaspar Noe, Jean-Claude Brisseau, Philippe Garrel, los casi franceses de Haneke o los Dardenne, los viejos pero aún en forma Godard y Rhomer… en fin, la lista podría crecer… ¿sabrá quienes son? y lo que es más preocupante, ¿le importará?

Me molesta mucho esa actitud «ya no hay cine como el de antes» que toma Cavallo, esa cinefilia de Blockbuster (si no está en Blockbuster no existe), pues lo único que esconde es flojera. El otro día leí el Canon del Cine, y pese a estar de acuerdo en el fondo (la crítica tipo Harold Bloom), cuando llegaba la hora de citar cineastas volvíamos a lo mismo (Welles, Hitchcock y cia.) Ya va siendo tiempo de que Cavallo cambie las referencias. Cuando la nueva Ola empezó tomaron a Hitchcock y Welles y Hawks y Ray como referencia porque eran los tipos que estaban haciendo películas en esos años. Seguir hablando de ellos 50 años después es pensar que el cine ya está muerto. ¿Donde quedan Kiarostami, Hou, Tsai, Wong, por nombrar sólo cuatro? Apuesto una caja de chelas a que Cavallo piensa que Jia Zhang-Ke es una especie de arrollado primavera.

puf, y eso de criticar la cámara al hombro, cámara que desde hace 11 años usa Assayas, que es la misma que usan los Dardenne…

nada, me enojé con Ascanio
13/11/05 1:32 PM

blogiyork :::

Q gusto encontrarme con este ping pong cinefilo…conozco a Gonzalo y a Alejandro.
Concuerdo con Alejando…en Chile las referencias estan algo repetida..y si es hora de hablar sobre maestros contemporaneos…Tsai Ming Liang, Hong Sang Soo, Hou-Hsiao Hsien (sobre quien Assayas hizo un documental)….excelente blog Gonzalo! besos
13/11/05 7:03 PM

fredes :::

siempre paseo por acá. muy buen blog, de verdad. me gusta que linkees siempre otros sitios. ¿tu eres el que escribiste el reportaje acerca del Clinic (The cinic) en la zona de contacto?. saludos
13/11/05 10:04 PM


Seamusthepoet :::

Buen blog.
Sobre «Clean». La vi en Sanfic. Después de haber visto el mismo día 2046 y el documental-película sobre los niños abandonados en Tokyo. Quería ver a Assayas, pues no pude ver Irma Verp en el ciclo organizado por el Inst. Chileno-Francés. En IMDB, Assayas bordea los 7.1. Y por Cheung siento lo que Fuguet describió en Cinépata (lo de Mabuse es insólito ¡Cómo si Fuguet fuera el guatón Romo!). La trama es total. Él es muy Nick Cave. Ella en francés, mandarín e inglés. La última toma en San Francisco! Assayas además es responsable del guión (con Martin) y en tal sentido se nota. Es como si hubiese (d)escrito algo que ya había visto, que conocía al revés y derecho. Lo de Tricky le agrega el style y cierto glamour. La canción final y el abrazo de la ex compañera de celda. Es redentora. A tip. Un documental que es carne viva, son las tomas en «Tercera Obra», la última de la Compañía La María.
14/11/05 10:44 AM

Izu :::

A mi too me gustó mucho Clean, y escribí un comentario hace poco (musica que vemos, radio u de chile). Está chora tu página, ahora tengo con quien comparar opiniones de cina.

ya viste la última de francois ozon?
14/11/05 9:26 PM

Alfredo Sepúlveda :::

Yo tengo buen recuerdo de Clean. Será porque odio el mundo tecno y Tricky y todo eso, que me sorprendió encontrar humanidad en ese mundo (soy una máquina de prejuicios, cierto). Es raro: concuerdo con el Lulo (que en NY ve mucho más lejos que uno), pero igual la pelìcula me gustó. Llámenme cebollero: me gustó la reivindicación de Emily, y sobre todo me gustó Nolte. Casi diría que la lección de vida viene de Nolte y de nadie más. Él es lejos el mejor personaje de la película.

15/11/05 2:05 PM

sagrada::familia :::

Hola Gonzalo
Sólo quiero contarte que me encontré con el manifiesto de los cineastas de la UP. En el blog de La sagrada familia publiqué algunos de los puntos que me parecen más estimulantes y totalmente vigentes. Para que le eches una mirada. Hay que hacer algo para degranar este choclo misterioso, hace rato que ya no basta con rezar!
Abrazos
15/11/05 3:52 PM

AFA :::

Acabo de leer el manifiesto y la verdad es que no veo cómo puede ser aplicado al cine chileno de hoy. Es como querer usar El Capital o El Libro Rojo en la preparación de un pastel de choclos. De que se puede, se puede, pero lo mismo se podría tomar el sermón de la montaña como un manual del último Citroen XV.

Cuando Littin y Cia. hablaba de revolución, no hablaba de una revolución de las formas cinematográficas ni una revolución de los métodos de producción de cine (y si se hablaba de ello era una consecuencia muy menor de fenómenos más importantes). De lo que se hablaba era de una revolución de verdad, de un grupo de inquilinos en Mulchén que se tomaban un fundo, de unos obreros que paraban en una fábrica, de nacionalizar el cobre, de hacer la reforma agraria. Ese era el contexto social del cine de esos años, esa era su medida y su obligación, ese era su «imperativo histórico», no las vicisitudes y noches de mal dormir de un grupo de ex estudiantes de cine filmando una película (entre los que me incluyo).

Usar el manifiesto fuera de su contexto político es hacerle un flaco favor, pues se le domestica, se le desnaturaliza totalmente, se «despolitiza»… (lo cual me recuerda que en los tiempos de Pinochet los fachas no decían que eran de derecha, sino que eran «apolíticos»).
La única forma de creer en el manifiesto (y creer de verdad en él) es estar dispuesto a hacer películas-molotov, ir a filmar una toma y las miserias de las salmoneras del sur, de los temporeros de la fruta, de los mapuches que queman los camiones de las forestales. Cualquier otra cosa es reinterpretar la historia bajo el prisma que más nos conviene, el más cómodo, el de una revolución de salón, cortesana, simpaticona, el de la revolución de la nueva izquierda o de una pasividad política irónica y descreída. No considerar el contexto político en el análisis del manifiesto (o en su apropiación) es casi como decir que Allende murió para que Patricio Guzmán pudiera hacer un documental sobre él.

Creo que no hay que confundir la admiración por las películas de esos años (algo que me llama la atención y encuentro muy rescatable de Campos porque ya era hora de que alguien valorara nuestra historia fílmica), el deseo y necesidad de encontrar referentes estéticos en nuestra propia cinematografía, y finalmente las simpatías políticas, con asumir a medias los postulados del cine de los 70, que insisto, son eminentemente políticos pues nacen de un contexto determinado, del deseo de llevar adelante una Revolución con mayúscula, de toda la sociedad, no de un grupo de cineastas.

No dudo que muchas cosas se pueden rescatar del manifiesto, pero para mí lo mejor sería hacer uno nuevo y dejar que el viejo siga descansando en medio de su contexto, que se le permita seguir siendo político, ácido respecto de la sociedad, no respecto únicamente del cine.

A fin de cuentas creo que a los cineastas de los 70 no les quitaba tanto el sueño el cine como la realidad, y de ahí tal vez la fortaleza de sus películas.
15/11/05 6:21 PM

Catarsis :::

Concuerdo con la mayor parte de las apreciaciones de AFA, además de reafirmar que esta discusión da pa un diálogo abierto y más serio.

Aquí va lo que no se publicó del manifiesto:

4- (…) Uno, el pueblo, como motivador de la acción y en definita el creador, y el otro, el cineasta, como su instrumento de comunicación.
6- …grandes (masas)…
7- Que rechazamos todo secretismo en cuanto aplicación mecánica de los principios, o a la imposición de criterios formales oficiales en el quehacer cinematográfico.
8- …clara (dependencia)…
A una técnica sin sentido oponemos la voluntad de búsqueda de un lenguaje propio que nace de la inmersión del cineasta en la lucha de clases, enfrentamiento que genera formas culturales propias.
9- Que sostenemos que un cine con estos objetivos implica necesariamente una evolución crítica distinta…
12- Que los medios de producción deberán estar al alcance por igual de todos los trabajadores del cine y que en este sentido no existen derechos adquiridos, sino que por el contrario, en el gobierno popular, la expresión no será un privilegio de pocos sino el derecho irrenunciable de un pueblo que ha emprendido el camino de su definitiva independencia.

Referencia: «Re-Visión del cine chileno», Alicia Vega (et.alt.), Editorial Aconcagua, 1979, Santiago de Chile.
16/11/05 9:53 PM

sagrada::familia :::

Estimados
Copio una respuesta que le di a Catarsis en el blog de LSF, a partir de sus críticas por haber usado mal el, a estas alturas y gracias a vuestro fundamentalismo, «sacrosanto» manifiesto. No sean tan graves ni tan serios. Quizás esta respuesta aclare un poco el espíritu que había detrás del rescate de este manifiesto. La idea de su «aplicación hoy» OBVIAMENTE no es literal. Por favor! La herencia está en la actitud de esos cineastas, en la urgencia, en la actitud documental, en el estilo coinfrontacional y en el entendimeinto de las películas como artefactos sociales. Come on!

Estimado Catarsis:

Dejé afuera algunos puntos por razones que no se explicar bien. La verdad es que creo que el lugar de importancia que ocupa el «nuevo cine chileno» en nuestra cultura es totalmente crucial y sin embargo, a mi modo de ver, esas películas están «botadas», nadie las ve, a nadie le importan. Entonces concluyo: La situación es precaria. Cualquier reivindicación es un aporte, es un avance. Ayuda a instalar un tema, a generar conciencia. Ese es el espíritu con que fueron publicados algunos de los puntos (que como explico, son los que me parecen más actuales, más «aplicables» al momento actual) del manifiesto. No soy académico y no me interesa serlo. Tampoco soy un devoto del rigor. Creo que entramparse en una discución acerca de las razones por las que dejé afuera tal o cual punto, tal o cual palabra sería simplemente una paja. Es como esas peleas entre católicos que dicen tener un trozo de la madera de la cruz de Cristo, o de su manto y lo analizan y polemizan y se dan mil vueltas y se pelean y dicen «yo tengo la verdadera madera de la cruz». PAJA. Lo importante para ellos debería ser el mensaje de Cristo y nada más. Materialismo, al final del día. Cosas, cosas, nada del mensaje, nada del espíritu. Lo que quize hacer al desempolvar algunos puntos de este notable (y olvidado) manifiesto era encender alguna luz, instalar un tema, construir algo a partir de una situación que, repito, me parece vergonzosamente precaria. Como dice el provervio chino: «Más vale encender una pequeña luz que maldecir en la oscuridad». Como dice una canción de Colplay «Ligths will guide you home, and ignite your bones». Lo importante es el mansaje. Nada más.
Un abrazo
Sebastián Campos.

17/11/05 9:43 AM

AFA :::

Como diría el Chavo: «ah, bueno así pos sí». La idea en todo caso no era sacralizar el manifiesto de los 70, sino simplemente llamar la atención sobre la imposibilidad de despolitizarlo, o sea, que para mí lo verdaderamente importante en el manifiesto es lo que pasa fuera de él o incluso fuera del mismo cine. El cine es un engranaje más en algo más importante y eso como que también permite que las películas sean más libres.

De todas maneras quisiera decir que me parece notable que se esté hablando de esto en vez de la forma en cómo poder dar el nuevo taquillazo, e insisto en que valoro muchísimo el que se esté hablando con tanta pasión de pellículas que estaban en el cajón del olvido. Siempre se dijo (mal) que el cine chileno era huérfano y casi todos llegaban con una postura de querer inventar la rueda o creerse que habían descubierto el hilo negro, los «locos fundacionistas» de los que habla Ruiz. Que aparezca alguien que se sienta heredero de un cine chileno es algo que aplaudo. Respecto de qué hizo que esas películas tan buenas, la verdad no lo sé, pero tal como dice Sebastián Campos seguro que hay un factor de compromiso social entremedio, algo que vincula esas películas muy fuerte con la realidad (ver el Chacal de Nahueltoro es viajar al Chillán de los años 60) y que sería bueno tratar de identificar mejor para poder aplicarlo hoy día.
17/11/05 11:00 AM


Maza :::

Acabo de escribir un extenso comentario de casi tres páginas que se perdio para siempre (la luz de mi casa se cortó por dos minutos segundos antes de enviarlo). Tengo mucho que decir de todo esto, pero lo dije ahí, y ahora quedé agotado, no podría repetirlo.

Lo siento. Los quiero. Gracias por visitar este blog y decir las cosas que dicen.
17/11/05 11:31 AM

sagrada::familia :::
¡Qué sería de nosotros sin el Chavo!
Estamos hablando de lo mismo, creo yo.
Vi Clean ayer (harto tarde, lo se) y quedé marcando ocupado. Me pegó.
A pesar de haber estado todo el tiempo al borde de caer en las patéticas redes de lo «cool» (x tricky, por el ambiente de los personajes), logra adentrarse a niveles cada vez más hondos. De la cámara, nada que decir, es su cámara, déjenlo tranquilo.
Creo que la escena en que ella al fin logra cantar, al final, es un escena muy profunda. Expresa muy bien una idea de que no se puede crear sin un ideal, sin un propósito superior, aunque sea abstracto. Cuando ella logra recuperar su capacidad de amar, su capacidad de hacerse responsable de otro, sólo entonces consigue que su canto se vuelva un proceso alquímico capaz de convertir la mierda en oro. Precisosa la escena y la película entera, muy verdadera.
17/11/05 12:44 PM

AFA :::

No puede ser Maza… ¿no quedó en la memoria RAM por ahí enredado?… en fin, que pensando un poco más se me ocurre que un buen punto de partida puede ser asumir que el cine chileno siempre será un cine pobre, que nunca podrá contar con los recursos de otras cinematografías (ni siquiera de los cines mexicanos, argentinos o brasileños, donde a estas alturas 1 millón de usd puede llegar a ser poca plata), lo que lejos de ser un problema, si se toma por el lado amable (como diría el Chómpiras) puede ser una gran oportunidad, porque ahora que lo pienso, para mí muchos de los mejores cines son cines pobres (el neorrealismo italiano, el nuevo cine latinoamericano, el cine de europa del este, el cine taiwanés, el iraní, el argentino, la misma nueva ola).

Coincidentemente todos estos tipos de cine tienen como un aire muy documental, lo que creo podría venir del hecho de que ante la falta de plata no se puede pensar en crear un universo falso (tipo Hollywood, donde Spielberg si quiere hasta hace un aeropuerto de mentira, con Starbucks y McDonald´s de mentira) y lo más fácil (y más barato) es tratar de reflejar el que ya existe.

En vez de quemar autos y colgar cámaras desde grúas voladoras, en vez de filmar desde un helicóptero, las películas pobres se hacen a ras de tierra, en escenarios naturales, cerquita de la realidad.

Lo bueno de eso es que permite dos cosas: por un lado obliga al cineasta a tener los ojos bien abiertos, a mirar la realidad para encontrar lo que más vale la pena contar de ella; y lo segundo es que aliviana bastante el trabajo del cineasta, quien ya no se pasará semanas pensando en cómo demonios va a hundir el Titanic sino en cómo se relacionan los personajes, qué pasa en la historia, qué está diciendo su película.

¿Será por eso que el mejor cine chileno siempre ha tenido un toque documental, como bien dice Campos?
Puede ser, ¿o no?

Otro sí, en una par de semanas andaré por los sures y me gustaría mucho dejarte una copia de Fin de Agosto, inicio de Septiembre, para que me digas que te parece, ¿te parece?
17/11/05 1:23 PM

sagrada::familia :::

Amigos, ya que la cosa esta de haber citado el manifiesto del 71 (suena como «la bruja del 76») ha dado para conversar, cito un txt de hace algunos años sobre El nuevo cine chileno. (No hay más secretos en todo esto que una admiración sincera y apasionada)

NO SOMOS HUÉRFANOS (Escrito en 2003)

Siempre me ha parecido folclórica la obsesión de muchas películas chilenas por acompañar sus títulos con frases que subrayan que son la primera en alguna cosa.
La primera película digital, la primera película erótica, la primera película de terror, la primera película bla, blá, blá.

Creo que esto tiene que ver con una idea que domina el ambiente audiovisual desde hace años; la idea de que todo aquél que se dedica al cine en Chile, es alguien que está partiendo de cero, inventando todo de la nada porque el cine chileno no existe, no hay una tradición, no hay nada de que agarrarse, no hay nada que retomar, nada que continuar.

Mentira.

Los Tres lograron, desde la admiración, reinterpretar la música tradicional chilena. Uno puede entender la curva coherente que se dibuja entre Víctor Jara, Violeta Parra y Jorge González. De la tradición en poesía ni hablar porque su potencia es indiscutida. Al teatro, al arte, a las novelas, en fin, a toda la producción cultural se le puede seguir la pista hacia atrás y siempre resulta alucinante porque allí está la historia nacional de la pasión, de la furia, de la rebeldía, del talento.

Pero se supone que con el cine chileno no se puede. Que no existe una identidad, que no está “formado”.

Yo no pienso eso. Lo que pasa es que el mejor cine que se ha hecho en Chile está botado, empolvado, esperando latente. Nadie lo ve, nadie lo cita, a nadie le importa.

Estoy hablando del «Nuevo cine chileno”. Las poderosas películas que se hicieron entre el 67 y el 73. (aprox)

En 1969 se estrenaron (en el marco del entonces realmente vivo festival de cine de Viña del mar) Valparaíso mi amor (Aldo Francia), El chacal de Nahueltoro (Littin) y Tres tristes tigres (Ruiz).

Luego vendrían La Batalla de Chile, (Guzmán), que es un portento, La expropiación (Ruiz), La tierra prometida (Littin), Caliche sangriento (Helvio Soto), Ya no basta con rezar (A. Francia) y un montón de docuementales “upelientos” como Venceremos (Chaskel-Ríos), Herminda de la victoria (Hubner), Reportaje a Lota (Román), Descomedidos y chascones (Carlos Flores), etc, etc.
La textura documental (incluso en la ficción). La actitud comprometida de los directores. La presencia de la realidad, de la calle, del habla chilena. La sensación de urgencia que se siente en ellas. La elección de los temas. La herencia directa del Neorrealismo italiano. El realismo descarnado de las narraciones. La violencia de la cámara en mano. La fuerza expresionista de las imágenes.

Todo eso está botado. “Jugando juegos de otros nunca vamos a campeonar” decían Los prisioneros en “independencia cultural”. Con estas películas parecía que los cineastas chilenos estaban jugando por fin su propio juego.

Han pasado 30 años y hoy ver muchas de estas películas sigue siendo una experiencia fuerte. Se te paran los pelos. Te sientes chileno. SIENTES a Chile en ellas. Tal vez sus temáticas aparezcan ahora en toda su inocencia (sobretodo en el caso de los documentales) pero la estética y la actitud que hay detrás de ellas es increíble. Esa es la herencia. Era cine y era a la vez Rock and roll.

Después vinieron Imagen Latente, A la sombra del sol, Julio comienza en Julio, Cien niños esperando un tren, Caluga o menta, La frontera. Verdaderas películas que parecían hincarle el diente a nuestra tradición de cine-rock, en algún sentido mal portadas, no blandas, iracundas.

Desde esta perspectiva, el panorama hoy en día me parece más bien desolador. Hay más preocupación por evitar un fuera de foco que por conseguir una película con alma. Demasiada domesticación y buenas intenciones, en fin.

Es una maravilla que las películas chilenas llenen las salas. Ese es el grado cero al que ha costado años y vidas llegar. Pero queda mucho por hacer y creo que no volver a ver con pasión el nuevo cine chileno, es como vivir parado arriba de un tesoro y jamás enterarte de que eres millonario.

Sebastián Campos
17/11/05 5:30 PM

Catarsis :::

Oigan compadres, que a mí también me parece la raja hablar de estos temas, sobre todo hoy en día. Si no concordamos en algunos puntos, creo q es parte de un debate honesto. Sólo para completar los posteos envío mi propia respuesta en blog LSF. Además no quiero escribir, porque me acabo de martillar el dedo gordo (como buen burgués no sé usar ni la hoz ni el martillo). Saludos, s.l.

Recuerdo que leí el manifiesto del nuevo cine chileno cuando ese libro de Alicia Vega me lo prestó un profe del colegio. Íbamos en cuarto medio, y con unos amigos del taller audiovisual nos cagábamos de risa pensando que con nuestros videos debíamos hacer la revolución, sobre todo, porque tal como esos cineastas, también pertenecíamos a la clase dominante.
A decir verdad, leer el manifiesto sigue siendo un poco cómico, pero no es una risa despectiva, quizá sea sólo una manera de curar la ingravidez de un rumbo perdido. Digo esto en varios sentidos: creo que todos los que estamos dialogando aquí nos sentimos cercanos a ese cine de fines de los 60, aún cuando no sepamos del todo bien cómo resolver la distancia de esa cercanía; también, intuyo que la mayor parte está frustrado respecto del rumbo del cine chileno de post dictadura, hay un malestar latente que pienso puede comenzar a abrir nuevas propuestas en contraposición al predominio industrial que sesga los intereses públicos y privados de nuestro contexto (y allí comparto con AFA que gran parte de lo que enseña ese cine a contracorriente es a hacer fuera de los ámbitos de la imposición del hacer); por fin, la desorientación que nos inunda está relacionada con algo más que una identificación no resuelta o la cuestión del malestar: es probable que mucho de cuanto queramos asumir de ese cine refleje toda esa falta de sustento político que subsume nuestra vida cotidiana. El aspecto no resuelto de esta madeja enredada, es también aquel nudo insoluble en el cual toda nuestra creación o acción sobre el mundo nos parece totalmente alejada de un proyecto colectivo, si quiera solo de un espacio definido (quizá por ello ese cine nos parece tan conciente de su lugar antropológico, así como de su tiempo histórico).
Es por eso que alerto de los estados de ánimo que dificultan nuestra mirada y llamo a mantener un cierto grado de sensatez frente al escrito. Sobre todo, pensando en aquellos aspectos toscos y reduccionistas que sostuve están hoy acabados. ¿A qué me refiero exactamente? A la noción teleológica de una historia con un estado final definido y un desarrollo unilineal; a la reducción del análisis crítico a la categoría de la última instancia (tanto infraestructural o económica, como social o de clase -sabemos, dominante-); a la totalización del conflicto como la esencia de la vida social; a la condición instrumental del artista como mediador de las masas; a la idea de revolución a modo de una promesa fundacional y de salvación; a la construcción de categorías espurias (como la de pueblo); a la elaboración de un estado general utópico (la sociedad sin clases); al privilegio de una razón instrumental y al descrédito de la reflexión intelectual; a la nula capacidad de entrever lógicas de la diferencia en un discurso homoglósico; a la adopción de un materialismo empirista ingenuo.
Por cierto que las películas a las que hacemos referencia tienen mucho más, y en ese caso también mucho menos, que la rigidez de un manifiesto que no sólo deja en duda los supuestos del pensamiento que lo construye, sino también el gesto mismo de querer construir un texto inquebrantable.
¿Sostengo con esto que no es posible hoy un cine que haga referencia y reprocese los cimientos de esos maestros que recordamos? Todo lo contrario. Pero ello supone algo más que la sola intención de un acercamiento indeciso. Si me apuran, valoraría dos aspectos que han pasado desapercibidos: la tensión entre realidad y representación (al menos, su puesta en vinculación conflictiva); la conciencia del carácter ideológico de la práctica técnico cinematográfica.
Pues bien, a uds. puede que les parezca todo esto una pura y gran gozosa paja pseudo intelectual. En realidad, están en lo cierto. Pero en ese caso prefiero una paja ociosa y a ratos lúcida, que el desencanto de una abulia sin compromiso. Después de todo, tiendo a creer que es eso, mucho más que la misma ignorancia, lo que ha hecho de la mayor parte de los cineastas chilenos actuales fieles defensores de la ideología dominante. Si vuelvo atrás, luego de ocho años de haber leído el libro de Alicia Vega, no me dejan de sorprender algunas visiones que allí se dejan entrever de los cineastas que sobrevivían en Chile al «holocausto dictatorial». Mientras a Caiozzi le quitaba el sueño cómo un productor podía recuperar su inversión (a la vez que anticipaba la «ley Valdés» y la reciente «ley de Cine»), Luis Cristián Sánchez sostenía: «…no hay capital, sin capital no hay industria y sin industria no hay público. Esta es la primera lección. La segunda es que debe producirse en condiciones totalmente distintas, con pretensiones de ser autor cinematográfico. Estudiando, investigando, discutiendo, viendo cine del bueno y del malo, leyendo sobre cine, viviendo el cine. Experimentando también nuevas formas de producción (16mm, video, 35mm color). En suma, crear y no aceptar jamás el conformismo». La singularidad de estas dos enseñanzas antitéticas de Sánchez resultan hoy absolutamente contemporáneas e iluminadoras: mientras la primera lección se viene reafirmando como la condición dominante de un cine chileno pos-ideológico y sin autonomía; las grandes pequeñas excepciones desde entonces, así como el desafío que tenemos de aquí en adelante, consistieron, y consiste, en reformular esta segunda lección olvidada. Por el camino de estos dos senderos bifurcados ha de tomar partido nuestra desorientada producción de cine.

18/11/05 6:26 PM

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