Hay una razón muy importante para hacer muchas películas: puede que quizás, en alguna de ellas, uno toque la gloria con la punta de los dedos. Richard Fleischer hizo muchas, un poco más de sesenta, y tuvo la vocación B para no hacerle asco a nada: desde «20 mil leguas de viaje submarino» (1954) hasta «Sonja, la guerrera» (1985), pasando por «Tota, Tora, Tora» (1970) o «Doctor Dolittle» (1967). Cuando estaban de moda las películas bíblicas, hizo «Barrabas» (1962), cuando aparecieron los asesinos en serie le encargaron «El estrangulador de Boston» (1968). Cuando la revolución era parte de la dieta del desayuno, le puso una boina a Omar Sharif para interpretar al «Ché!» (1969, apenas dos años después de su muerte), una versión tan ofensiva de la vida del argentino que fue recibida en Chile y en Argentina con bombas molotov afuera de las salas (Fidel Castro era interpretado por… ¡Jack Palance!).
Richard Fleisher fue director de dos delicias cinéfilas, excesivas, medio sobreactuadas pero inolvidables: «Viaje fantástico» (1966, replicada con honores por Joe Dante en 1987 con «Viaje insólito»), una aventura al interior del cuerpo humano donde los linfocitos y los ácidos estomacales son los protagonistas (además de Raquel Welch, Arthur Kennedy, Stephen Boyd, Donald Pleasece, y hasta James Brolin, todos de la monarquía B); y «Mandingo» (1975), una especie de «Raíces», sobre el trato a los esclavos negros en norteamerica, pero incorrecta y con mucho sexo (como correspodía a la época en que fue filmada). Es famosa por una fogosa escena de sexo entre un semental afroamericano y una blanca.
Pero dentro de todo ese cargamento de películas malas, menos malas y maravillosas, Fleischer se fue tranquilo a la tumba el sábado pasado solo por haber hecho «Cuando el destino nos alcance» (Soylent green, 1973), una impresionante historia de ficción futurista, con Charlton Heston, en la que el mundo no tiene otro alimento que comer que una galletas verdes llamadas soylent, que nadie sabe mucho de qué están hechas. Clásico del cine fantástico mezclado con el noir, filmada una década antes de la impecable «Blade runner», contiene una de las más bellas secuencias finales de la historia del cine, con Edward G. Robinson despidiéndose de este mundo enfrentado a una especie de pantalla de super cinerama en el que un centro de eutanasia del futuro le muestra todos los momentos más bellos de la Tierra. Robinson murió 9 días después de terminarse la producción de «Soylent green», y en esa secuencia final, de último aliento, Fleischer alcanzó el destino que siempre le fue tan esquivo.
13 respuestas a «Richard Fleischer (1916-2006)»
Qué lindo, snif. Hay un libraco argentino impresionante (Cine de Súper Acción, creo que se llama), donde Curubeto y otro tipo repasan la historia de la cinefilia argentina a partir del lugar donde realmente se formó: las tandas televisivas de la tarde donde la dictadura vomitaba películas B que compraba por ciento a las distribuidoras. Y Fleischer era uno de los popes.
Ese es un tema que los críticos locales apenas mencionan, y es una lástima, porque en otros pagos lo toman muy en serio: el rollo de que la cultura cinematográfica que tenemos en general viene de la tele, en versiones dobladas y tijereteadas. Que la mayoría no crecimos viendo Taxi Driver y El Francotirador, sino La Orca Asesina y Willard. Oh, Willard…
Jack Palance como Fidel: Eso es saber de casting.
Gonzalo:
Hace poco leí el obituario de Fleischer en el Chicago Sun Times. Fiel a la máxima que todos los muertos son buenos, omitía los pecados imperdonables de este hombre, tales como «Conan el Destructor» (el bodrio de secuela de una de mis películas favoritas) o «Red Sonja». De todas formas, hay una película que nadie ha mencionado y que le asegura su lugar en el cielo: «The Vikings» con Kirk Douglas, padre no reconocido de «Braveheart» y la oleada de largometrajes épicos de los últimos años.
Sí, Baeza (te anoto en los links, ni idea que andabas por Illinois). Tampoco quise nombrar a Niel Diamond y su cine-en-su-casesca versión del «El cantante de jazz»; o «Amityville 3-D» (que no tiene nada que ver con las dos anteriores). Hay algo muy humano en estas películas malas. Me parece.
Gonzalo,
Ciertamente, leer la filmografía de Fleischer en IMDB es más estremecedor que revisar el prontuario de «El Tila» (QEPD). Así es, estoy viviendo en un pueblo a una hora de Chicago llamado DeKalb, algo así como el condado de Hazzard pero con nieve y sin Jessica Simpson. Quizás lo más cercano en términos cinematográficos sea Fargo. La
única razón por la que DeKalb debiera pasar a la historia es porque aquí nació Cindy Crawford (y huyó apenas se dio cuenta donde estaba) y se inventó el alambre de púa, aquel adelanto sin el cual las cárceles modernas no serían lo mismo. Saludos.
oye, Gonzalo, ¿y dónde se puede conseguir «Soylent green»?
que estés bien,
Claudio
ahhh… ¿y qué hay de «Mandingo»?, ¿dónde la viste?
ahora sí que vinculé bien mi blog
Claudio
caballeros
durante los ultimos dias consegui 4 films policiales de la primera epoca de richard fleischer en la RKO que abren toda una nueva dimension de la obra de este heroe olvidado…+
las peliculas son
clay pigeon
follow me quietly
armored car robbery
bodyguard
veanlas..y por favor, sean discretos al debatir la obra de mr fleischer…
(han vuelto a ver ten rillington place?)
en todo caso, gracias por ocuparse de este tema)
saludos
diego curubeto
Qué interesante es cuando alguien hace un comentario, y al rato, el protagonista de ese comentario se hace presente en el blog…
Hay algo medio de tabla ouija en Google, supongo.
Un saludo a Curubeto, donde quiera que esté. Curubeto se manda un par de anzuelos para ver si alguien pica: las aventuras asesinas de John Christie en Ten Rillington Place acaban de hacer ring en mi cabeza con lo que dice. Respecto a las anteriores, bueno, por lo menos son chino para quien habla.
¿Picará alguien más?
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