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CINE CHILENO

Vivir un poco

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El viernes mostraron en la Cineteca una copia recuperada (aún no restaurada) de «Morir un poco» de Alvaro Covacevich. La película, de 1967, estuvo perdida por décadas, y su director logró encontrar esta copia en Leipzig, donde la tenían guardada en el archivo del festival, donde la película participó una vez terminada.

«Morir un poco», de las primeras películas del Nuevo Cine Chileno, es un hallazgo en todos los sentidos: es una película muy cándida y adolescente, sin diálogos de ningún tipo. Es un paseo por el Chile de esa época siguiendo a un personaje de ficción que nunca habla. La historia, muy simple, es el seguimiento a ese «hombre común» que trabaja en un banco, y se va un fin de semana a la playa.

Esa ausencia de diálogos, está sobrellevada con un cine bien inspirado (como todo lo chileno filmado en esos años) en lo documental. Es verdad, varias de sus soluciones visuales son muy simplonas y discursivas (sobre todo al comienzo, cuando vemos un canario encerrado en una jaula, y luego, al «hombre común» encerrado tras la rejas en la caja del banco donde trabaja; o cuando Covacevich hace chistes visuales, cuando se ven los libros más vendidos de la época en la vitrina de una librería, haciendo un paralelo muy torpe entre capitalismo y opresión).

Sin embargo, «Morir un poco», con todas esas torpezas que no sobreviven en el tiempo, es una película NOTABLE. Dentro de su candidez, tiene secuencias muy inspiradas y nos deja ver un Chile que de otra forma no podríamos ver.

Quizás eso tiene que ver con los 200 mil espectadores que repletaron las pocas salas del centro de Santiago cuando la película fue estrenada a finales de los sesentas. Me imagino que debío ser muy cautivador ver en las pantallas el mismo Chile que veían cuando caminaban por la calle. Ver niños desnutridos en las poblaciones callampas (un tema muy común en los documentales de la época), pero también ver a las minas de amplias caderas bañarse en el mar en una playa cuica del litoral central.

«Morir un poco» navega por esas dos sensibilidades muy propias de esa época: la conciencia social y el despertar sexual. Es tan conciente como caliente. Quienes la habían visto me habían comentado que la película había sido un éxito de taquilla por mostrar una secuencia de strip-tease en un cabaret de mala muerte. Y puede que sea verdad. Pero hay que fijarse cómo esta filmado ese strip-tease: la cámara se da vuelta para mostrarnos a las mujeres del público, calladas, o riendo nerviosas, haciéndose las tontas con lo que está en el escenario; y a los hombres, en mezcla de excitación y nerviosismo, traducido en una insistente picazón que tiene uno de los espectadores debajo de la camisa que tiene puesta.

Yo quedé muy entusiasmado con la exhibición. Es verdad, la copia (con subtítulos en inglés, en las pocas partes que algo debe ser traducido) se ve muy bien, casi nueva, pero se escucha muy mal durante la mayoría del metraje. Ese es un golpe muy bajo: la sicodélica música es espectacular (pueden escuchar el tema principal de Nano Vicencio en el video que puse bajo el poster) pero no brilla tanto con un audio en estas condiciones.

Hoy salió en La Tercera una nota bien documentada sobre la película (escrita por el siempre atinado Rodrigo González) y Sebastián Campos, director de hasta-cuando-me-recomiendan «La sagrada familia» también fue a verla y en su blog hace una interesante conexión, inconciente, casi curiosa, entre la escena final de «Morir un poco» y una de las escenas principales de su película.

«Morir un poco» la dan desde el jueves hasta el domingo en la Cineteca Nacional.

3 respuestas a «Vivir un poco»

Güena, «Campo». Está divertidísima la nota. Estás igual de maldito que «Pero» Almodóvar. Las conexiones están increíbles. ¡Por fin alguien desenmascara el lobby crítico-marxista-gay-internacional! Supieran que te gusta Pasolini. Claro que pensándolo bien (a propósito de la conexión Morir un poco con La sagrada familia) Mar adentro tiene unas escenas de Bardem en la playa al lado de unas rocas… y a Pasolini lo mataron en una playa, en ¡Ostia!… Sospechoso, todo muy
sospechoso…

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