Como espero que empiece a ser una costumbre más frecuente, este blog tiene sus invitados. Esta vez es Francisco Aravena, periodista de revista El Sábado de El Mercurio, y quien todos los lunes está a cargo de conducir el programa Concierto Enfoque en Radio Concierto. Aravena, salpicado de testosterona luego de ver «Miami Vice», escribió esta nota sobre el cine de Michael Mann. Su tesis: Por qué Michael Mann es el mejor director de cine para hombres. Como es el primer invitado, le pido a los comentaristas habituales que hagan con él lo que a menudo hacen conmigo: destrúyanlo. —Maza
Es el director «más macho» del cine comercial, y esta es la razón: las películas de Michael Mann son la mejor explicación de qué es una relación sexual para un hombre. Primero, empieza con la acción. Casi nada de rodeos, juego previo, presentación de personajes, introducción del conflicto. Nah. La acción, al tiro, a eso vinimos. En «Miami Vice», la acción es una emboscada contra un mafiosillo de la noche en una discoteca, que se ve cancelada por una emergencia mayor. Cámara al hombro, grano, planos cerrados, autos deportivos, música fuerte, pistolas, tensión. Acción. En «Ali» era la pelea contra Sony Liston. En «Fuego contra fuego» era el asalto al camión de valores.
GENTE DE TRABAJO
br>«Los hombres en las películas de Mann se enfrentan en la oficina. Quién es mejor en su trabajo determinará quién es mejor. Esa es la cancha donde se ven los gallos»
En «El Informante» era la entrevista de Mike Wallace al líder de Hezbolá, en la que el periodista se inventa un altercado con los guardaespaldas de su entrevistado para agitarse y poder partir la entrevista más agresivamente. «¿Estás listo o quieres calentar un poco más?», le pregunta el productor. «No, ya eché a andar el corazón», le responde Wallace. Un hombre digno de Mann: acción y corazón, al mismo tiempo. (Quizás la excepción sea en «Colateral» donde se demora un poco más en empezar, pero vamos, a todos nos puede pasar).
Después de la acción inicial, claro, hay que bajar el ritmo. Es tiempo de conversar, de mostrar quién es quién, de explicar a los personajes, de tratar de entenderlos, de verlos en su entorno. Pero los hombres sabemos que esta pausa, por agradable que sea, es sólo el relleno inevitable para que llegue la acción nuevamente. No les voy a contar la película, pero baste decir con que en «Miami Vice» (versión fílmica de la serie de televisión que él produjo en los ’80) a los detectives del Vice Squad de la policía Sonny Crockett y Ricardo Tubbs –Colin Farrell y Jamie Foxx, galanes en colores a elección- arreglando todo para lo que viene. La gran operación. La acción central. A lo que vinimos. En el camino, claro, entre la conversación previa –que en esta película no es mucha, los diálogos son más bien escuetos-, empiezan a delinearse algunos sentimientos.
A continuación, por supuesto, llega la acción. Me permito recordar que estamos hablando de cine de ficción, y por lo tanto la analogía sexual acá tiene bastante de aspiracional (¿no lo dije al comienzo?). Es el momento en que los protagonistas demuestran para qué son buenos. En «Miami Vice», la operación en la que Crockett y Tubbs ponen a prueba su eficiencia como agentes infiltrados en una operación mayor de narcotráfico.
Y después, al final, en medio de la acción y por lo tanto al final del proceso –en la mente del hombre son causa y consecuencia inseparables- sucede: los protagonistas se enamoran. No entre ellos, claro, pero se enamoran. Después de la acción, los sentimientos. Ese, y no otro, es el orden de las cosas en el universo de Mann.
Muhammad Ali lo explica en «Ali» en plena conquista, cuando habla de su debilidad por las mujeres. «Primero conquistan mis ojos, y mi corazón les sigue».
LAS PELÍCULAS DE MANN no sólo son de hombres. Son para hombres. Y sobre hombres. Sus protagonistas se enamoran, sufren, toman decisiones difíciles. Pero son siempre apóstoles de una sola causa: su propio trabajo. La familia, la pareja, los sentimientos, no les son indiferentes, pero irremediablemente son potenciales víctimas del propósito final que define a cada hombre, y que siempre tiene que ver con su trabajo. En la filmografía de Mann, cada hombre es un capitán Ajab dispuesto a sacrificar cualquier cosa por matar a su propia ballena.
En «Miami Vice», Crockett y Tubbs se enamoran de mujeres en veredas opuestas entre sí. Inevitablemente, esas relaciones –en las que nunca profundiza, no hay para qué, sólo basta constatar que el sentimiento existe- están en el camino entre ellos y el éxito de su misión. Ambos tratan de salvarlas del atropello, pero todos sabemos que cuando llegue el momento de elegir, lo que hacen en su horario de oficina va a prevalecer por sobre la pregunta de quién espera en la casa.
Quizá el mejor resumen de esto en las películas de Michael Mann está en un gesto. En una leve mueca en la cara de Robert De Niro al final de «Fuego contra fuego» (1995). Ha logrado quedarse con el botín, tiene listo su plan de escape y –oh, perfección- lo acompaña la bella mujer de la que se enamoró. Eady (Amy Brenneman) ha aceptado ser su compañera de fuga. Ha aceptado el trabajo de su hombre y lo acompañará a donde sea. Oh, perfección. Pero mientras maneja por la autopista hacia el aeropuerto, hay algo que perturba a Neil (De Niro) . Debe eliminar al traidor. El hotel donde está, con protección policial, queda de camino. Y llega el gesto, la mueca con la que De Niro dice «qué diablos», y sale de la autopista para encargarse del asunto. Su mujer no lo entiende. Él le promete que será sólo un desvío. Llega al hotel, burla a la seguridad, mata al hombre que tiene que matar. Vuelve a su auto, su mujer lo mira y sonríe, aliviada. Pero él ve que la policía se acerca a ella. Y camina en dirección opuesta. Nunca más la ve.
Su enemigo, Vincent Hanna, el policía interpretado por Al Pacino, paga su propio costo. «Mi vida es una zona de desastre», le dice policía a ladrón en la escena ya clásica. «Tengo una mujer; nuestro matrimonio va cuesta abajo porque me la paso persiguiendo a tipos como tú. Esa es mi vida».
Los hombres en las películas de Mann se enfrentan en la oficina. Quién es mejor en su trabajo determinará quién es mejor. Esa es la cancha donde se ven los gallos. En «Colateral» se enfrenta el frío asesino a sueldo que encarna Tom Cruise con Max, el taxista a cargo de Jamie Foxx. Nótese que el taxista odia su trabajo. Y sueña con una isla paradisíaca cuya foto mantiene a la vista en el auto. Pero odiar el empleo no le quita el orgullo de ser el mejor. Max ufana de saber exactamente qué rutas tomar para cruzar Los Angeles –una ciudad a la que sólo Mann puede darle alma- y su sueño, su gran sueño, es ser patrón en el mismo rubro: quiere montar una línea de limosinas de lujo. Ser bueno en su trabajo le salva la vida. «¿Por qué no me mataste y conseguiste otro taxista?», le pregunta al asesino. «Porque eres bueno».
Los hombres se definen por su trabajo. Ali (Will Smith) le debe su existencia a su habilidad en el cuadrilátero. Will Graham (William Petersen), el detective de «Manhunter» (1986), vive para encontrar al psicópata al que debe cazar, y todos los traumas y fantasmas que se le crucen en el camino no lo van a detener. Lowell Bergman (Al Pacino), el periodista-hasta-los-huesos de «El informante» (1999), lo constata. «Soy Lowell Bergman, de 60 minutos. Sabes, le sacas eso de 60 minutos a la frase y nadie te devuelve las llamadas».
COMPAÑERO DE ARMAS
br>«En su búsqueda de estilo, Mann tiene un aliado clave: Gusmano Cesaretti, un fotógrafo nativo de Italia que comenzó a trabajar con Mann a fines de los ‘70, y que es un tipo de la calle, capaz de pasearse por esos rincones que a los turistas se les recomienda evitar»
ES PARA HOMBRES y por lo tanto no se molesta en explicar. Mucho menos en «Miami Vice», una película que predica para los convertidos. Si alguien busca una explicación de por qué a los hombres nos gustan los juguetes que nos gustan, que lo intente leyendo a John Gray. Michael Mann se vale del decorado masculino –los atuendos con estilo, los autos deportivos, las armas y, perdón, las mujeres- cuando y porque son funcionales a los hombres a los que está retratando.
Palabras prestadas: «Desde los brillantes tonos pastel y los mocasines sin calcetines de ‘Miami Vice’ hasta el cabello gris de Tom Cruise en ‘Colateral’, Mann ha evocado un evolucionario tipo de cool», escribió Lynn Hirschberg en el New York Times Magazine hace un par de años (en una entrevista titulada, digámoslo, Macho Mann). «Tiene el instinto preciso para cómo quieren sus hombres vestirse y vivir, y esa sensibilidad, el particular código de los tipos rudos que saben cómo usar un traje, elegir una botella de vino perfecta y disparar un arma, ha moldeado a una generación», sentenció Hirschberg. Mann le contestó, claro. «Cómo se vea es importante para mí», concedió, «pero he trabajado demasiado duro como para ser considerado sólo un árbitro del buen gusto». El trabajo, siempre el trabajo.
Michael Mann combina el buen gusto con la masculinidad. En una palabra, estilo. Es un detallista conocido por la obsesión con cada elemento que cabe en el cuadro que está filmando (Por ejemplo, cuando producía la serie «Miami Vice», mandó pintar los edificios de la ciudad que usó como fondo, para resaltar la arquitectura art decó). En «Miami Vice», la película, Sonny Crockett (que en los años ’80, usando a Don Jonson como maniquí, patentó la combinación de traje claro, camiseta Versace y Ferrari Daytona) se viste con esos atuendos limítrofes que dependen más de la percha que de la mera combinación. Esa ropa que a las mujeres aman en los solteros y odian en los casados (cuando están casados con ellas).
En su búsqueda de estilo, Mann tiene un aliado clave. Se llama Gusmano Cesaretti y aunque en sus películas aparece acreditado como productor, su talento más notorio es el de asesor visual. Cesaretti es un fotógrafo nativo de Italia que comenzó a trabajar con Mann a fines de los ‘70, cuando el director lo llamó para pedirle ayuda con la reconstrucción de la vida diaria de la prisión de Folsom, para el proyecto televisivo Jerico Mile. Cesaretti había documentado la vida de los inmigrantes en Los Angeles y ya desde entonces era un tipo de la calle, capaz de pasearse por esos rincones que a los turistas se les recomienda evitar. Él viajó personalmente a Italia a buscar la ropa para Sonny Crockett en la serie de televisión, y es él quien recorre las calles fotografiando personas y rincones que luego usará Mann en sus películas.
HACER CINE MASCULINO no es hacer cine para brutos. Cualquiera que haya visto las películas de Michael Mann puede reconocer que no estamos frente a un idiota fascinado con los tiroteos, las explosiones y las chicas en bikini. Sí es cierto que a menudo usa esos ingredientes. «Miami Vice es un admitido juguete de niños en primer lugar, con suficientes pistolas y lanchas rápidas como para sonrojar a un freudiano», escribió Ty Burr, del Boston Globe. Pero las películas de Mann, como la vida de todo hombre de verdad, tienen un propósito.
Hay que entender que Michael Mann no es un macho alfa que se movió de su natal Chicago a hacer explotar autos en los estudios de California. Él estudió literatura inglesa, tuvo una novia que lo llevó a apreciar el cine de la Nueva Ola francesa y luego decidió ir a estudiar cine a Londres, superando el etnocentrismo tan inherente al norteamericano promedio.
Hoy las películas de Mann se pasean por locaciones de todo el mundo, con una cámara que parece moverse con la seguridad de un nativo desde Ciudad del Este en Paraguay (donde filmó algunas partes de «Miami Vice»), a Zaire, en El Congo («Ali»), a La Habana («Miami Vice») y, por supuesto, Los Angeles («Colateral», «Fuego contra fuego»). Para su última película quería pasear más la cámara, pero imprevistos como la negativa de Jamie Foxx a quedarse en República Dominicana tras un tiroteo que lo asustó, lo obligaron a usar más Miami para las escenas finales.
En Miami se resuelven las cosas. En Miami transcurre la acción postrera, donde todo queda al descubierto y explota, donde llega el momento de resolver sobre los sentimientos y donde todo se acaba. Porque en un mundo masculino una cosa lleva a la otra.
Los críticos norteamericanos han hecho notar que «Miami Vice», a diferencia de otras versiones fílmicas de series de televisión antiguas, no concede el menor guiño al producto original. Ni un cameo de los actores de la serie, ningún chiste o referencia oculta. Mann toma lo que quiere del pasado y lo proyecta hacia donde quiere ir, sin mirar atrás.
Y es fácil entender por qué: los caballeros no tienen memoria.
17 respuestas a «Macho Mann»
Efectivamente.
Mann emplaza escenarios donde la estética reflecta y proyecta el rol de lo masculino, marcando un pulso en el relato visual, siendo catégorico y excluyente, heterosexualmente atractivo.
Juguetes? claro, pero «is a movie film».
Blogs como el tuyo permiten ponerse al día de la actualidad de lo cotiadiano. Felicitaciones, se nota la pasión detrás de todo esto.
El «email requerido» a cambio de una imagen, mmm ok (ironic). Un candy. Como en Kill Bill : «Los Snickers son para los niños»
No voy mucho por la vía de los filmes de acción, aunque he paseado de vez en cuando por algunos, los cuales podría clasificarlos de placeres culpables o “caídas”.En fin.
Llegué por las casualidades de la vida a este blog y me agradó.
Saludos!
Muy de acuerdo con Mann y el trabajo. El tipo es un trabajólico y sus películas son sobre trabajólicos. Pero hay algo que no sé si es tan masculino… y es la total falta de humor y más que de humor… de ironía.
La ironía, el humor negro, el reírse de uno mismo y de sus amigos es algo bastante masculino… bastante humano, en realidad. Y Mann carece de esa cualidad. E inevitablemente eso provoca que el espectador… o se engrupa totalmente (como en Heat) o que empiece a reirse DE MANN y no CON ÉL, como me ocurrió en Miami Vice.
«conozco un buen lugar para mojitos… la Habana» Por favor… y dicho por Lucy Liu con un español peor que el de Robbie Williams. Eso, por definición es «suspension of disbelieve».
Más que hombre, Mann me parece un adolescente agrandado. Muy talentoso, por cierto.
Cine de hombres para hombres?
Que es eso? Ya no estamos para leer una pelicula en terminos de generos…sobretodo haciendo comentarios tan superados.
Un hombre como Colin Farell de linda camisa, pistola y lancha no es un hombre real, sorry. No sera gay tal apreciacion?
Yo tampoco creo que sea muy útil leer películas en términos de sexo, es cierto. Pero las películas de Mann, me parece, tienen una mirada súper sensible y compleja sobre las mujeres, mucho más de lo que se encuentra en tipos como Scorsese o Spielberg. Que ellas no estén en primer plano en sus películas no significa que el director las olvide, y que los personajes las maltraten o desechen no significa que la historia lo haga.
M.G. dice que a Miami Vice le falta humor, yo no estoy de acuerdo, pero no creo que sea un defecto en todo caso: Herzog tampoco suele ser muy gracioso, ni Tarkovsky ni Tsai Ming-Liang, directores a los que Mann se está pareciendo cada vez más.
Y claro que Farrell no es un hombre real. Es un ícono. Tal como son las mujeres de Almodóvar o los vaqueros de Eastwood. La obsesión de Mann con las apariencias o el diseño no es casual, como bien escribe Aravena, sino parte de su rollo con las texturas: Hay partes de Miami Vice que son casi Brakhage.
Bueno, Tsai sí tiene humor… de hecho muchas cosas son muy Buster Keaton… humor deadpan que le llaman… Es más, tengo toda una teoría sobre como Tsai utiliza el timing del humor del cine mudo como eje en la construcción de sus escenas y de como este mecanismo de resolución impide que sus largos planos generales sean aburridos como los de muchas otras pelis que creen que es cosa de llegar y filmar un plano general… muchas escenas de Tsai tienen un tensión muy grande (uno no sabe qué va a pasar) y muchas veces esta tensión se resuelve con un chiste… (ver aparecer una hawaiana flotando en Rebels of the Neon God es para desternillarse de risa… bueno, a lo mejor no desternillarse, reirse un poco… sonreír… pero algo es algo). Yo al menos me río mucho con Tsai…
Me dejaron colgado… no tengo idea quién es Tsai. En todo caso no me refería al humor explícito en las películas. Me refería a la seriedad con que la película se toma a si misma. Colateral puede ser la excepción. Pero Miami Vice es grave. Y eso la hace plana. Si todo es igual de serio e importante, entonces nada lo es. Por citar a alguien en las antípodas: Tarantino. Cuando tarantino pone un tipo con una pistola, él sabe que tú, como espectador has visto la escena un millón de veces y que partes de la ironía y el descreímiento. Mann te trata como si vinieras recién naciendo y Crocket fuera el primer policía que has visto en tu vida. Es una apuesta arriesgada que a veces resulta y otras veces da risa.
Home Loan…
anchoring customization solid furlough Home Loan http://www.ishomeloan.com/index.html# …
bdsm comic…
bdsm comic…
Craps…
Raymondville Dunlop Israelis sensibility haplessness matron faithfully bottles,Baccarat http://www.onbaccarat.com/index.html# …
Video Pocker Game…
experimental:Abilene!aloofness!portrayed:lockings trailers.Francine Video Poker http://www.123-videopoker.com/# …
xanax…
analízame » en archivo » macho mann…
georgia fry singer blues…
Didn’t notice it before . . . quite clever….
free wisconsin auto accident reports…
Your post is on target. Keep it up….
lucky stars quilt pattern…
Thank you, I could not have sead it better my self….
moisture sensor for agriculture in malaysia…
Thank you, I could not have sead it better my self….
el casino de la suerte…
inspiring rend blinking loaves,commends:arch VAXes:slot http://slot.dfcasino.com/# …