Finalmente no va Salma Hayek a Valdivia. Qué alivio. ¿A quién le importa realmente Salma Hayek? Su presencia habría sido una incómoda muestra de provincialismo. ¿Qué tiene que ver Salma Hayek con la clase de cine que se verá este año en Valdivia? Su presencia iba a terminar por tragarse todo lo importante que pueda pasar en este festival. Como la retrospectiva bastante completa del gran Sergio Bravo. Se trata de 12 películas: 10 documentales realizados entre 1957 y 1985 + un argumental de ficción («No eran nadie», que estuvo en la sección «Una cierta mirada» en Cannes en 1982) + la primera restauración hecha en Chile, en 1962, cuando Bravo encontró una copia de «El husar de la muerte», la restauró, y nos dejó para siempre la posibilidad de ver una película muda de Pedro Sienna (hasta hace poco la única película muda chilena que existía, por lo menos hasta que en Concepción encontraron «Canta y no llores corazón», restaurada el año pasado por Carmen Brito). O sea, estamos hablando de esos hombres mitos vivientes del cine chileno. Bravo no sólo fue clave en el Nuevo Cine Chileno (fue fundador del Centro de Cine Experimental de la Universidad de Chile en 1957), también es de los padres del documentalismo nacional, a la par de Pedro Chaskel, y en curiosa contraposición al cura Rafael Sánchez, que era la competencia de Bravo en el Instituto Filmico de la Universidad Católica. Ver sus películas en Valdivia no solo será una oportunidad única: será también un honor. Bravo es conocido por la manera directa de decir las cosas, y un carisma muy propio de su época: de hecho, le tiene puesta una demanda a Abdullah Omnivar, de la Fundación de Imágenes en Movimiento, por haber pasado a TVN una copia de «El husar de la muerte» para su exhibición. O sea, se las trae. Es la persona para conocer y apreciar en este festival.
Autor: Gonzalo MAZA
Guionista.