Para Leopoldo Muñoz de LUN, «El rey de los huevones» es mala, y se hace la pregunta en las primeras líneas de su crítica: «¿Boris Quercia pensará que el espectador también es un huevón?».
Según entiendo, el comentario no cayó nada bien en el entorno de ChileChitá y ayer Muñoz era buscado telefónicamente en las dependencias de LUN por parte de Diego Izquierdo, el productor de la película. No sé si eso ocurrió efectivamente, pero sí sé lo que Boris Quercia escribió anoche en su blog:
Estoy en la Serena ya recuperado de la patada en el hígado que fue la crítica de LUN. Yo acepto completamente que a un crítico no le guste. Que encuentre que está mal hecha. Que me encuentre fome o cualquier cosa por el estilo. Pero lo que me desagrada profundamente es la ofensa gratuita de ese señor que dice que “Quercia debe creer que el público es huevón”. Como que se fue al chancho, ¿no?.
Yo aún no veo la película, pero supe que tuvo un recibimiento frío en Valdivia (algo exagerado por una nota de El Mercurio el domingo pasado), y que ayer críticos televisivos como Passalacqua pusieron cara de asco cuando les tocó hablar de la película (que en términos prácticos, son las mayores reflexiones que actualmente se hacen sobre el cine en la tele: sonreír o poner cara de asco). Pero hay más: hoy Antonio Martínez en Wikén dice que la película es «lograda pero no brillante» y que tiene dos secuencias discutibles: la con los humoristas Belloni-Vilches, porque promete una comedia que finalmente nunca llega; y la de unos patitos en el banco, que sería un placement que -he escuchado- ha terminado provocando rechazo entre quienes la han visto. Rodrigo Ferrari dice algo así en su blog, y Sebastian Gobb lo reafirma:
«Una cosa que noté, y que a ratos era excesiva, fue el avisaje comercial: Tapsin, Líder, Tur bus, Banco Estado, y no sé cuántas marcas más, descaradamente aparecían, faltaba poco y ponían un banner bajo la película».
Por lo visto, este fin de semana se verá cómo anduvieron las 45 copias de la película de Quercia repartidas por todo Chile. No ha sido un buen año para el cine chileno, por lo menos, no si se comparan los resultados con las expectativas: ni «Fuga» ni «Rojo, la película» llegaron finalmente a los 200 mil espectadores (debo confirmar las cifras, pero entiendo que hicieron 150 mil y 180 mil respectivamente). En el caso de «Rojo», Marcelo Ferrari esperaba «por lo bajo» 300 mil espectadores. Si «Sexo con amor» hizo un millón de espectadores, me imagino que por lo bajo las expectativas de «El rey…» van por los 500 mil espectadores. La mitad de la anterior.
¿Importan las cifras? Si vamos a hablar de cine, nada. Si hablamos de industria, por supuesto. El tema está en que en Chile cada vez más los cineastas hablan de números y no de cine, y las películas parecen hechas para recuperar lo invertido, y eso, invariablemente, se nota en las películas, se ve en el celuloide. Y eso ha hecho reaccionar a los espectadores.
Los que hayan visto «El rey…» que la comenten.