Primero, un par de actualizaciones: Hace un rato apareció el primer artículo en sobre la conferencia de prensa de Plataforma Audiovisual del sábado sobre el caso de Elena Varela. Apareció en La Tercera Online, y además va el video de la conferencia. Pueden verlo acá.
Además, han aparecido nuevos testimonios sobre detenciones de documentalistas que grababan el caso mapuche. Sobre eso, pueden ver este video en el que hablan el francés Joffrey Paul Rossj, y los italianos Giuseppe Gabriele y Dario Ioseffi, contando sus casos, acompañados de Aucán Huilcamán, dirigente del Consejo de Todas las Tierras. También, quienes hablan francés pueden ver el blog de los franceses acá.
Hoy me entero que las detenciones de documentalistas en territorio mapuche vienen de larga data: a las seis de las tarde del 14 de marzo de 1999, en la comuna de Tirua, mientras unas doscientas personas salían de un nguillatún, los documentalistas Jeannete Paillán y el destacado Sergio Bravo (fundador de Centro de Cine Experimental y ganador de la Medalla Orden al Mérito Pablo Neruda, entre otros reconocimientos), también fueron detenidos y confiscados su cámaras y materiales audiovisuales. A la señora Paillán ya le había ocurrido lo mismo el año anterior, cuando en medio de la grabación de su documental había sido detenida y acusada de incendio, lo que la hizo pasar por tribunales, solo por filmar un conflicto entre la Forestal Arauco y la comunidad mapuche Fran Mariqueo de Cuyinco.
CORRECCIÓN / DOM 13 JUL 08: La verdad (y desde ahora quedará corregido en esta entrada), según me contó el profesor Luis Candia del Instituto Profesional Arcos, muy cercano a Sergio Bravo, no fue ‘don Sergio‘ quien fue detenido en 1999, sino que su hijo llamado Sergio Iván Bravo, también documentalista, que actualmente vive en Francia. Por lo que me decía Lucho, a Sergio Iván lo detuvieron justamente después de salir de un nguillatún en 1999, y es verdad que le requisaron los materiales, pero los de investigaciones poco pudieron hacer con ellos porque estaban en BETACAM PAL, un formato difícil de conseguir en Chile, así que finalmente se los devolvieron… Se hace esta corrección porque fue reproducida en un artículo de La Nación Domingo del 13 de Julio de 2008, y es mejor dejar aclarado esto ahora para que el rumor no se expanda más. Ahora seguimos con la entrada original…
Y no deja de ser llamativo encontrarse entre tanto abusos con los detalles de las labores del Comando Hernán Trizano, un grupete paramilitar ubicado en la región de la Araucanía que se dedica a hostigar y denostar a los mapuches, y que entre otras linduras, ocupan su tiempo libre en ofrecer amenazas de muerte a dirigente mapuches por varios años, amenazas que han sido denunciadas en tribunales y que no han tenido respuesta. Algunas de las diversiones del comando Trizano son realizar patrullajes nocturnos en comunidades mapuches haciendo disparos al aire, intervenir teléfonos celulares de dirigentes, enviar cartas a los diarios en las que relatan cómo serán sus «ajustes de cuentas con los terroristas mapuches», y en sus ataques, inyectan sustancias paralizantes en el pecho a sus víctimas, como hicieron con el dirigente indígena José Regle Calhueque el 26 de marzo de 2005.
Sus orígenes son escalofriantes:
A comienzos el siglo XX y tras concluir las campañas militares de ocupación del territorio mapuche, el caos y la anarquía se tomaron por asalto las tierras de La Frontera. Bandoleros chilenos, por un lado, y parcialidades mapuches que se resistían a la invasión de su territorio, por el otro, transformaron los «fértiles» campos del sur recién colonizados en un verdadero y peligroso Far West. Para remediar esta situación, el gobierno encargó al oficial de ejército Hernán Trizano la creación de un cuerpo de policía rural, que años más tarde sólo sería recordado por el apellido de su tristemente célebre progenitor: «Los Trizanos».
Integrado por ex militares, colonos, agricultores y una entusiasta corte de mercenarios sin dios ni ley, el ejército paramilitar de Hernán Trizano azolaría por 15 años los campos de La Araucanía, dejando tras de si una estela de cruentos asesinatos que sólo terminaron cuando las autoridades comprendieron que el remedio había resultado mucho peor que la enfermedad. Actualmente, un monolito levantado en la céntrica Avenida Balmaceda de Angol recuerda para las nuevas generaciones de mallequinos su increíble historia. Sin embargo, también hay quienes gustan de recordarlo más allá de la frialdad de los monumentos oficiales.
«Estamos dispuestos a empezar una represalia contra los señores indígenas, en defensa de los agricultores, las forestales y las empresas hidroeléctricas… En vista que el Gobierno no ha hecho absolutamente nada para detener a los comuneros violentistas ni ha garantizado la seguridad de los agricultores, el movimiento va ha intervenir en los próximos días para contrarrestar los acciones terroristas de ciertos grupos indígenas… Con este anuncio empieza a funcionar el Comando Hernán Trizano y todas las actividades que realice desde hoy en adelante, junto con adjudicárselas, se van a dar a conocer oportunamente a los medios de comunicación», precisaba un escueto comunicado hecho llegar con fecha 10 de junio de 2001 al reportero de la radio Los Colonos de Victoria, Manuel Burgos.
La agrupación, mezcla macabra entre la DINA y el movimiento Patria y Libertad, a pesar de las numerosas denuncias, aún no presenta detenidos y ciertamente, no son tan sospechosos de atentar con la seguridad interior del Estado que cualquier documentalista con su cámara.