«Clean» es la primera película que se estrena comercialmente en Chile del francés Olivier Assayas. Apareció en cartelera el jueves antepasado. Ahora está en su segunda y, al parecer, última semana en nuestras pantallas. Tuvo su pre-estreno en Sanfic de este año. La protagoniza Maggie Cheung, la ya diva asiática de «Con ánimo de amor», quien se ganó con justicia el premio a Mejor Actriz en Cannes 2004, el año en que Tarantino fue presidente del jurado. Cheung estuvo casada con Assayas, pero ya estaban separados cuando hicieron esta película juntos. Tricky, el músico electrónico, es un personaje clave de la película (no es cameo: actúa de Tricky, la estrella de la electrónica), así también como la música de Brian Eno, y claro, Nick Nolte, que ya viene a ser el padre del todo el mundo después de verlo aquí.
No puedo decir mucho más que esto: datos. Aún estoy digiriéndola. Podemos agregar que se trata de una mujer china que es pareja de un rockero de cierto renombre, con quien tiene un hijo que no vive con ellos, sino que con los padres del rockero. Y el músico muere de una sobredosis de heroina. La mujer no tiene culpa directa: compró la heroína, pero no estaba en el lugar de los hechos cuando todo ocurrió. Pero, de todas maneras, se va seis meses a la cárcel. Cuando sale, debe empezar todo de nuevo. Debe volver a encontrar trabajo. Debe intentar reconstruir una vida para recuperar a su hijo. Pero no se la hacen fácil. «Tú has recibido golpes, pero también los diste», le dicen. «Pero te mantuviste de pie, y por eso te respeto», le hace de sparring moral Sandrine, una fan y especie de amiga que encuentra en el caos.
Es el mundo de la música: el mundo de Mojo, Austin, Dreamworks, Q, Limp Bizkit, Mazzy Star, todos nombres que se entremezclan entre los diálogos de los personajes. Es el mundo de los desarraigados, que viven entre Londres, París y Vancuver. Y los que quieren ser mejor persona. Es el mundo de los que intentan explicar lo que no se explica: «Es fácil ser valiente cuando todo va bien», dice Albritch, el personaje de Nick Nolte. «Lo difícil es ser valiente cuando el mundo se te viene encima». Albrith es un buen tipo, honesto, algo misterioso: «Los niños me intimidan», le dice a su mujer, que está enferma. «Entienden todo, me leen el pensamiento». Y es el ancla esperanzadora entre todo este frío interno y de soledad que es la vida de Emily (Cheung): «Creo en el perdón. La gente cambia», le lanza para tranquilizarla.
La película tuvo buena crítica: no sólo la encontraron buena; también dijeron cosas interesantes de ellas. Las buenas películas. en general, te hacen escribir mejor. Leopoldo Muñoz en Las Ultimas Noticias habla de «la humanista óptica de la voluntad contra el destino»; Ascanio Cavallo en El Sábado tuvo problemas con el uso de la cámara de Assayas (elemento que a nadie deja muy indiferente: todas la críticas hacen referencia al tema); Pamela Bienzobas, en Mabuse, hace un atinado perfil de Assayas; Sebastián Lorenzo en La Fuga hace referencia al modelo discriminatorio al que debe enfrentarse toda adicta; para Lídice Varas de La Nación la suciedad de las ciudades que se muestran son el marco para la suciedad de los personajes; y Ernesto Ayala en Wikén da en el clavo con «cierta épica» que late en lo más profundo de la película:
«La forma en que nos esforzamos por llegar a acuerdo con nosotros mismos, con nuestra historia y nuestro entorno, si es que lo logramos, nunca está del todo desprovista de cierta épica».
¿Alguien más la vio?