Hoy se cumplen doce años de la muerte de Jorge Teillier. Falleció el 22 de abril de 1996 en Viña del Mar. Como bien anota Floridor Pérez en ese minilibro llamado «Jorge Teillier en breve» que acabo de comprar hace unos minutos en la improvisada Feria del Libro de la Plaza de Armas en el centro de Santiago, Teillier nació el mismo 24 de junio de 1935 en que Carlos Gardel falleció en Medellín. Muere Gardel, nace Teillier. Muere Teillier y… ¿Alguien conoce algún niño de doce años que hoy esté de cumpleaños?
La sola figura de Teillier a mí me conmueve. Yo me enamoré de mi mujer gracias a un poema de Teillier, hace más de seis años, en la casa de un amigo que estaba de cumpleaños. El poema era el que copió a continuación.
Con tanto recuerdo y melancolía, por un momento me gustaría que hiciera más frío.
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Poema de invierno
Jorge Teillier
El invierno trae caballos blancos que resbalan en la helada.
Han encendido fuego para defender los huertos
de la bruja blanca de la helada.
Entre la blanca humareda se agita el cuidador.
El perro entumecido amenaza desde su caseta al témpano flotante de la luna.
Esta noche al niño se le perdonará que duerma tarde.
En la casa los padres están de fiesta.
Pero él abre las ventanas
para ver a los enmascarados jinetes
que lo esperan en el bosque
y sabe que su destino
será amar el olor humilde de los senderos nocturnos.
El invierno trae aguardiente para el maquinista y el fogonero.
Una estrella perdida tambalea como baliza.
Cantos de soldados ebrios
que vuelven tarde a sus cuarteles.
En la casa ha empezado la fiesta.
Pero el niño sabe que la fiesta está en otra parte,
y mira por la ventana buscando a los desconocidos
que pasará toda la vida tratando de encontrar.