Este es el listado de proyectos ganadores del FFA (Fondo de Fomento Audiovisual) en la categoría de producción y postproducción de cine. Este año, siguiendo la tendencia que ya se había dado en Corfo Desarrollo 2008, ganaron más proyectos de largometraje documental que de ficción: 9 sobre 6. Yo he sido un eterno crítico de este fondo, principalmente, porque no demuestra tener un criterio en la selección de las películas, y porque deja esa decisión de criterio a evaluadores y a los jurados, que cambian todos los años e históricamente les pagan mal por revisar muchos proyectos.
Pero bueno, este año las cosas cambiaron un poco: sigo pensando que no hay criterio de unidad en la selección de las obras (lo que se explica, más que por los jurados, por la ausencia de una política del audiovisual), pero esta vez los encargados del FFA se hicieron cargo de las críticas (no solo mías, por cierto) y metieron mano al tema de evaluadores y jurados. Primero, los proyectos pasaron por tres etapas de evaluación independientes, en la primera de las cuales los proyectos de producción postularon ANONIMAMENTE. Es decir, si el proyecto calificaba por su calidad artística, independiente de quien la postulara, pasaba a la segunda etapa más técnica. Y si tenía un total de 90 puntos sobre 100, recién pasaba al jurado final, que escuchaba un pitching o presentación personal del director y/o productor del proyecto, que no pasaba los 10 minutos. O sea, le veían la cara a los postulantes. Y luego de eso, deliberaban.
Este proceso le descargó la mano a los jurados: hasta hace un par de años, era un solo jurado que veía producción de cine y becas, cortometrajes, pasantías, guiones, todo. Debían tomar decisiones de más de 300 proyectos en apenas tres días de trabajo (¡una locura!); este año, este jurado solo revisó 25 proyectos en cuatro días.
Más encima, por primera vez este año, se invitó a evaluadores y jurados extranjeros, lo que es un gran aporte que ya habían experimentado los fondos de desarrollo de Corfo (con muy buenos resultados) en años anteriores. Así, personalidades como los cineastas Francisco Lombardi («La ciudad y los perros») y Victor Gaviria («La vendedora de rosas», Selección Oficial en Cannes 1998) así como el ex director de Televisión Española, Manuel Pérez Estremera vieron los proyectos juntos a otros cuatros jurados chilenos: el crítico de Wikén, Antonio Martínez, la productora Pía Rey, y los directores Gustavo Graef Marino («Johnny Cien Pesos») y Sebastián Moreno («La ciudad de los fotografos»). Por cierto, entre los evaluadores artísticos fueron invitados el argentino Ernesto Ardito («Raymundo») y la respetada productora alemana Gudula Meinzolt.
Los jurados extranjeros tienen una gracia: ven los proyectos en su integridad completamente ajenos al vaivén local. Por cierto, cuando conocen proyectos en su etapa más inicial, luego son buenos promotores de estos proyectos cuando tienen que llegar a instancias en el extranjero (festivales, distribución).
De los dos cambios, el anonimato y el mix de jurados extranjeros y chilenos, me da la impresión que el segundo salió mejor parado que el primero. De hecho, es el anonimato lo que explica que un proyecto de película de Raúl Ruiz no haya pasado de la primera etapa (lo que es entendible si estimamos que un guión de Ruiz puede volverse incomprensible si no nos dicen que la va a filmar él)… Otros que tampoco ganaron este año fueron Silvio Caiozzi y Alex Bowen. Y eso ocurre porque -aunque no conozco estos proyectos- el anonimato tiende a matar la autoría. El anonimato es una herramienta entendible para Corfo Desarrollo, que premia proyectos demasiado verdes, y donde se puede privilegiar «una buena idea» por sobre el autor de la idea. Pero me da la impresión que el asunto de Ruiz da para pensar si vale la pena seguir manteniendo el anonimato a películas que postulan a producción y postproducción.
Finalmente, este nuevo FFA es mejor que el anterior, pero sigue con defectos. Me da la impresión que cuando FINALMENTE la autoridad del audiovisual se la juegue por establecer un marco claro de criterios para los mismos jurados (¿qué películas merecen ser premiadas? ¿debe considerarse el factor industrial/comercial en estos premios? ¿cuántas óperas primas? ¿es necesario mantener cuotas para proyectos de regiones?) podremos quedarnos conformes con el profesionalismo de este fondo.
Y por último, se me ocurre una idea… ¿por qué no esos pitchings (en los que se presentan los mejores proyectos) no se transforman -además- en mesa de negocios? ¿No es acaso una excelente ocasión para extender la invitación a productores, distribuidores, agentes de ventas internacionales para que conozcan los mejores 25 proyectos de largometraje de este año en Chile? Porque… ¿qué tal sería que un proyecto que no gana FFA, agarre coproductor? ¿No sería un final más feliz para todos?