No quiero ser alarmista, pero todo indica que este año se les pasó la mano. Acaban de salir publicados los resultados del Fondo de Fomento Audiovisual de Largometrajes. De 119 proyectos, solo se premiaron 14. Es decir, este año tenemos 105 perdedores que están revisando el listado de jurados de este año. No los busquen más, aquí se los entrego: Ignacio Agüero, Orlando Lübbert, Rodrigo «Guatón» Sepúlveda (para no confundirse con el otro RS), Sergio Trabucco y Omar Villegas. Si quieren también les paso sus direcciones y teléfonos, y una foto con sus caras para comenzar las sesiones de vudú.
Ahora bien, si ustedes son de los que todavía creen que la culpa de no haber ganado el FFA la tiene el jurado, bueno, vamos actualizando el software. Los jurados cambian todos los años, amigos, pero el Fondo es el mismo, y les puedo decir que año a año va de mal en peor. Así que no, compañeros, no es un tema de jurados. Ojalá lo fuera: es más triste.
El FFA debe ser reformado URGENTE, ya lo hemos dicho varias veces en este blog. ¿Por qué digo esto? ¿Por qué no ganan los mejores proyectos? No. Muchos proyectos buenos han sido financiados por FFA. ¿Por qué entonces? Porque el fondo actualmente es una cosa, y es la única cosa que no puede ser: errático. Es una lotería. Tiene sumida en la angustia a todo el mundo audiovisual y, como estamos en un medio pequeño, genera rencillas y malas ondas que perduran por años. El FFA lesiona el tejido social de la producción local. ¿Y eso, por qué sería? Yo anoto una sola y gran razón: PORQUE EL SISTEMA DE EVALUACION DEL FFA ESTÁ HECHO AL LOTE. Como el forro, si me permiten la expresión.
Las razones son varias. Por una parte, tienen pocos evaluadores que les pagan poco y nada y que deben revisar decenas de proyectos en poco tiempo. Resultado: los evaluadores no pueden especializarse en serlo, los proyectos son leídos con sueño, cuando llegan del trabajo diario (porque no pagan lo suficiente para dedicación exclusiva) y, peor aún, no reciben de parte del FFA un criterio claro de qué debe ser premiado. A diferencia de CORFO y CNTV (dos fondos que tiene buena fama), el FFA no invita jurados internacionales y de hecho, se produce la paradoja de que el FFA es el que más plata reparte y el que menos plata dedica a sus jurados. Como ejemplo, CORFO reparte 550 millones, pero 55 millones los dedica a jurados, un 10%. El FFA reparte 1.500 millones y -estimaciones mías, pero generosas- no debe gastar más de 30 millones en jurados (pagan una UTM por proyecto evaluado). ES DECIR, un 2%. ES DECIR, institucionalmente el FFA se lava las manos: deja todo en manos del jurado (gente de la industria, pero inexpertos como evaluadores) quienes -algo confundidos, con sueño, estresados y con hambre- año a año reformulan el criterio de lo que premian. Ellos son los que año a año transforman el FFA en la lotería que es actualmente.
Así que tenemos un FFA lleno de buenas intenciones pero que termina destruyendo lo que más falta en la industria local: capacidad de trabajo colaborativo. Tenemos un FFA neoliberal, donde todos compiten con todos, pero peor incluso, porque a diferencia del mercado de compra y venta, es imposible saber para el artista/empresario cuándo está haciendo bien las cosas y cuando las está haciendo mal (las evaluaciones que publican de los proyectos a menudo son contradictorias e indignantes). Una pesadilla, para decirlo en corto.
Hay un segundo problema, que se ha ido acentuando con los años, y que hace más pesado el problema anterior: cada vez se premian menos proyectos, pero se han aumentado los montos. Tenemos un fondo profundamente arribista: da más plata a menos proyectos. Esto se agrava con lo anterior: no hay nada malo en premiar pocos proyectos si todos ellos son de excelencia, pero… ¿si hay fallas en el proceso de evaluación?
Finalmente, el gran perdedor de este año son los documentales. Es insólito cuando revisamos los ganadores del 2000 comparados con los de este año. En el 2000, quince proyectos de largometraje ganaron el FFA. Este año se premiaron 14, uno menos, y distribuidos de otra forma: en el 2000, siete de ficción y ocho de documental; en el 2007, ganaron 9 de ficción y cinco de documental. Pero si nos ponemos a revisar los montos, las diferencias entre ficción y documental son más abismantes. En el 2000, cada proyecto de ficción ganó en promedio un premio de 36 millones; este año, en ficción cada película ganó en promedio 92,5 millones. En documental, por el otro lado, en el 2000 cada proyecto fue premiado, en promedio, con 11,8 millones. Este año, el promedio creció a 46,5 millones por documental.
¿Qué significan estas cifras? Que el FFA, consciente o inconscientemente, está en una política de premiar menos proyectos documentales, con mucha plata. Lo que es alarmante de esto (y por favor, no me odien por decirlo) es que 4 de los 5 documentales premiados son OPERAS PRIMAS. Es decir, en el documental, el género con más tradición y más premios internacionales en Chile, los realizadores con trayectoria fueron ninguneados.
Si en ficción pasara algo parecido habría un escándalo; si de los nueve proyectos presentados hubieran ganado, no sé, siete OPERAS PRIMAS estaríamos dejando el fondo exclusivamente a nuevos talentos. (No fue así: solo premiaron tres primeras películas).
En fin… ¿qué significa todo esto? Que el FFA está estructuralmente fallado. No tiene idea lo que premia, fomenta las malas evaluaciones, produce rencillas innecesarias en el medio audiovisual y termina dando mala fama al mismo fondo. El FFA debe aprender de CORFO y el CNTV urgente. Necesita ser reconstruido. Pero no mañana ni pasado: ahora.