Bueno, les debe haber pasado lo mismo que a mí. Primero se muere Bergman y después Antonioni. ¡Antonioni! Yo no sé con Bergman, pero Antonioni sigue hoy más vivo que nunca. Más vivo que en los sesentas, me atrevo a decir, la época en que tanto lo endiosaron como una manera de querer transformarlo en piedra. Felizmente no lo lograron.
Las películas de Antonioni siguen vivas, ese sí que es un cliché que podemos seguir diciendo. No estoy en condiciones de hacer mi obituario definitivo en estos momentos. Solo quiero, de alguna forma, compartir el recuerdo. Y también, de alguna manera, la sensación de pérdida.
Hoy estamos todos fuera de cuadro.
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Imperdible del momento: la sección que The Guardian armó en su homenaje.