Cuando quise escribir sobre la película me dijeron que no se iba a publicar nada sobre ella. Lo que me decidió a dejar de colaborar en Artes y Letras fue que ni siquiera iban a leer la crítica; la película era tratada como una especie de tabú. Lo que ocurrió con mi crítica es un caso particular de la forma de tratarla como si no existiera, no haciéndose cargo de la interpelación seria que es «El diario de Agustín», sus cuestionamientos sobre el pasado y, sobre todo, el presente del diario. Creo que el tema es demasiado importante, y El Mercurio es demasiado importante, como para que eso se ignore de esa manera. Por tal razón el proceder del diario no me pareció adecuado, así que decidí no escribir más en Artes y Letras. Por cierto que también me molestó no haber podido hacer mi trabajo: escoger la mejor película y la más relevante para el público del suplemento, y criticarla.
Juan Pablo Vilches (en la foto), crítico de cine del cuerpo Artes y Letras de El Mercurio, renunció hace unos días a seguir colaborando con ese medio debido a la negativa del diario de publicar un comentario del documental «El diario de Agustín» de Ignacio Agüero.
Tal como hemos comentado en este blog anteriormente, a pesar de que El Mercurio publica críticas de cine en tres secciones del diario (Wiken, El Sábado y Artes y Letras), hasta ahora en ninguna de ellas se ha hecho referencia al documental de Agüero ni tampoco han aparecido críticas en los otros diarios de la cadena (Las Ultimas Noticias y La Segunda), ni en ninguno de los 21 diarios regionales que pertenecen a Empresas El Mercurio. Para todos ellos, la película no existe a pesar de que «El diario de Agustín» se exhibe regularmente en dos salas de cine de Santiago (Normandie y Alameda).
Como podrán imaginar, el motivo de la polémica viene dado porque la película relata tres casos de violaciones a los derechos humanos cometidos en la dictadura de Pinochet con los que se acusa directamente al diario El Mercurio de haber actuado en complicidad con el regimen militar para ocultar y/o desinformar sobre esos casos.
Y sin embargo, aunque desde fuera pueda parecer obvio que un diario no dará cabida en sus páginas a una película que lo desprestigia, es curioso lo que está pasando, casi tenebroso. El Mercurio no echó a Vilches; él se fue por un asunto de principios. Pero no deja de ser llamativo que un diario, al que se le acusa de haber ocultado información, siga utilizando este procedimiento (el ocultamiento, por cierto, a un nivel mucho más sutil) y siga negando la realidad como una manera de apagarla. Cuando El Mercurio deja de tratar a «El diario de Agustín» como una película más de la cartelera, con ese puro acto, tácitamente, se declara culpable de los cargos que hace la misma película que quiere dar por inexistente.
En pocas palabras, se pisa la cola porque, como decía mi abuelita, «el que calla, otorga».
Cuando me enteré de la renuncia de Vilches, a quien no conozco personalmente, me conseguí su email y le escribí pidiéndole que me contara un poco más de detalles de su salida. Lo que acaban de leer al comienzo de este post es parte de lo que me respondió.
Por supuesto, el hecho en sí mismo es violento y doloroso, y desde acá mandamos un abrazo a Vilches, que es un crítico de primer nivel y que bien no lo debe estar pasando con este barullo absurdo. Los editores de El Mercurio están cometiendo un error comunicacional cuando quieren apagar el fuego con bencina: habría sido mucho más sano haberse hecho cargo del tema de manera seria y periodística antes que este proceso absurdo y decimonónico.
No sé, díganme ustedes si estoy equivocado, porque no se trata de levantar banderas por la libertad de expresión ni de arrogarse el título de paladín de la democracia, pero la verdad que esto es feo y desagradable hasta de contar.
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Por cierto, pueden leer la crítica que Vilches pensaba publicar en Artes y Letras acá en Civil Cinema, el sitio que mantiene con Christian Ramírez.