Pero hay otro Vasco Moulian que aparece en los comentarios de pasillo en televisión y teatro. Su nombre está asociado a dos apelativos recurrentes: «Darth Vader» y «Qué-asco Moulian». Él los ha escuchado. Y dice que le duelen.
Hace unas semanas hice un experimento. A todas las personas que me encontraba en una fiesta o una comida les preguntaba por cuáles -sentían ellos- eran las personas más detestadas del mundo audiovisual. No necesariamente quienes ellos más odiaban, sino que aquellas personas que cultivan una muy mala fama a su alrededor. Por supuesto, el tema animaba a mis interlocutores con inusual rapidez. El listado fue largo, pero nunca me atreví a publicarlo, supongo, porque el odio nada engendra y solo el amor es fecundo. Y porque sería mal interpretado. Y porque a medida que la lista crecía y crecía se me produjo una confusión: algunos de la lista eran detestados por tener fama de estafadores (razones legales) y otros por problemáticos (razones de personalidad), y me parecía injusto poner a la misma altura a un estafador que a un pesado.
Deseché hacer ese post, así como en adelante deseché hacer otros posts. La sola idea de imaginarme ese hilo de comentarios llenos de ira y cizaña me incomodaba. Sentí que este blog se estaba yendo a la deriva. Que ya no estaba para el debate sino que para la agresión automática. Por supuesto, la responsabilidad era mía. Así que ahí vino mi voto de silencio y por casi un mes sentí (¿decidí?) que nada interesante tenía para escribir. Preferí callarme. Entre medio, me fui de vacaciones.
Varias cosas han pasado entremedio. Me acuerdo de todo esto, curiosamente, por un artículo que apareció hoy en revista El Sábado de El Mercurio sobre Vasco Moulian, quien -por cierto- apareció mencionado varias veces en ese listado. Lo particular de la nota de mi amigo y gran periodista Francisco Aravena es que resuelve frontalmente todos los comentarios que se dicen de Moulian con él mismo. Desde su sobrenombre («Qué asco» Moulian) hasta las denuncias de haber pasado a llevar a muchos en su camino a convertirse en gerente de Canal 13.
El artículo es, digamos, sabroso porque Pancho resuelve los tabúes como siempre me parece que es bueno resolverlos: hablándolos cara a cara con los implicados. Pero además es interesante porque supongo que quienes se sintieron pasados a llevar por Vasco Moulian por primera vez tienen tribuna. De alguna manera, el artículo es una catarsis para todos ellos y para todos aquellos que alguna vez se han sentido atropellados por alguna figura pública, y no han tenido más remedio que morder su rabia en soledad.
Y eso me hizo volver a pensar en el blog. Es verdad que mucha gente siente rabia por otros por simple envidia; pero también es verdad que esa ira a veces está motivada por el dolor de sentirse pasado a llevar. Y hay otros -más dementes todavía- que transforman en odio sus diferencias estéticas; trastocan la diferencia de criterio estético por crítica moral. Yo no soy nadie para decirle a las personas cómo plantear sus opiniones (ni caso me harían), pero me parece sano volver a escribir en el blog y tratar de tomarse las cosas con más humor. Digo, ustedes y yo. Los comentarios envidiosos se notan a kilómetros a distancia, los atropellados merecen su tribuna y los polemistas son mis favoritos.
Así que acá estoy de vuelta, quizás por cuánto tiempo.
Gracias, Vasco, por el favor concedido.