Alvaro Díaz entrevistó a Ascanio Cavallo en la última revista Paula [no disponible en internet], y no pude dejar de notar el siguiente comentario (p. 72). Están hablando de cómo los directores chilenos reaccionan ante las críticas:
– Los cineastas son como cabros chicos.
– Sí, igual que cuando todos hacemos algo que nos importa. En ese sentido, tengo una suerte de limitación y ventaja, y es que escribo una vez a la semana una sola crítica, y lo lógico es que escoja lo mejor, no lo peor. Por ahí alguien en un blog decía: «Cavallo no escribió de Fuga porque es amigo de los Larraín». No poh, huevón, no escribí sobre Fuga porque es pésima. Es absurdo que en la Revista del Sábado, que te sirve para hacer panorama para la noche, alguien te diga: esta película no la vaya a ver.
Por supuesto, ahogado en mi ego infinito de inmediato pensé que el blog al que hacía referencia Cavallo era éste, y que alguien había dicho eso de él en los comentarios. Pero no. Se trata de un comentario hecho por Milana en Busco Algo Barato, el blog de Tanto Gusto… un respetado periodista local que en el mundo bloggero prefiere mantenerse anónimo.
Me parece interesante que los blogs comiencen a legitimarse, y a ser respondidos desde los medios tradicionales. Lo que no comparto, y esto me parece que es práctica común, es el hecho de que en estas pizarras virtuales se instituacionalicen el pelambre, el comentario mala leche y la sospecha ponzoñosa. Lo digo por los comentarios que comenzaron a aparecer en el post anterior respecto a Luis Vera. Creo que ya somos todos grandes y suficientemente pelotas como para poder debatir y hacer un análisis de evento sin establecer reduccionismos respecto al carácter de quienes hablamos. Quiero decir: tengo la certeza de que un blog permite un espacio de reflexión más espeso que los que permiten las paredes de los baños. O por lo menos, de conversación. Yo no borro comentarios, creo que nunca lo he hecho, porque me parece una actitud autoritaria y colegial. Pero hay comentarios que destilan tanta rabia ciega, tanta desfachatez y violencia, incluso a punto de transformarse en injurias, que ganas no me han faltado. Espero nunca tener que hacerlo.
Y también lo digo por lo de Cavallo: creo que el caso de Luis Vera es solo comparable al de Pablo Larraín. Ambos estrenos generaron cierta indignación que va más allá del gusto estético: se les juzga «por quienes son», o peor, «por quienes creemos que son». Y quienes lo hacen con más dureza lo hacen desde el anonimato cobarde.
Yo creo en las opiniones, creo incluso en la sospecha, pero también creo que uno debe hacerse cargo de sus silencios y sus comentarios. Ahí se ven los verdaderos choritos.