Manoel De Oliveira lo logró. Hoy cumplió definitivamente 100 años, convirtiéndose en el cineasta activo más longevo de la historia. Esta curiosidad es impresionante y me pregunto por qué, ni siquiera para armar de esas notas raras que aparecen de vez en cuando en los noticiarios de medianoche, ningún periodista salió a contarla en los medios masivos. Habría servido a que -al menos- por curiosidad se hubiera mencionado su nombre en Chile, más allá de algún ciclo raro en un centro cultural de hermitaños. ermitaños. Porque nada más lejos (eso y lo otro) de De Oliveira mismo. Cineasta portugués, intenso y ya medio irreal (hace poco vi una entrevista suya en Cinemax de cuando estuvo en el festival de Venecia o algo así de este año… ¡muerto de la risa! ¡aterradoramente lúcido!), sus películas -las pocas que he podido ver- parecen ser la visión de un cineasta mezcla de anciano caliente y profesor confundido, ajeno a darse cuenta de sus propias ideas geniales. Tal como cuenta Adrian Martin en el capítulo 21 de «¿Qué es el cine moderno?» (libro del año en mundo cinematográfico, según me cuenta Martin, porque le han pedido extractos en Cahiers Du Cinema España y Film Comment), «el hecho de que [Steven] Spielberg sepa de Kurosawa y no sepa de De Oliveira dice un montón acerca de la distorsionada imagen que tiene mucha gente de la historia del cine mundial». Como no soy ningún experto en sus películas, el mejor homenaje sea leer esta excelente nota de Jonathan Rosenbaum publicada en julio de este año en Film Comment, y ver algo de ese descaro de viejo choño: haber hecho, 38 años después de la original, la segunda parte de «Bella de día» de Luis Buñuel («Belle toujours»).
Por cierto, el viejo no para de filmar: según la agencia AFP, don Manoel se pasó su cumpleaños numero 100 en un set. Esa es cueca.
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Lo otro es lo de Betty Page, el simbolo erótico y la reina del destape sexual en plena época pechoña en la sociedad norteamericana de la década del 50. Betty Page falleció anoche en Los Angeles: no logró recuperarse de un ataque cardiaco que sufrió hace 10 días. No soy un gran fanatico de sus películas, porque Betty Page (lo vaticinaba su nombre) siempre me pareció más atractiva en el papel, sus fotos impresas, su imagen congelada. Quizás por eso se hace dificil imaginarla anciana… de 85 años, loca en un hospital siquiatrico, ajena a todo lo que alguna vez fue. Daniel Olave hace un extenso recuerdo suyo en una nota de Facebook.