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Un fin de semana con el Opus Dei

A fin de cuentas, el estreno de «El código Da Vinci» este fin de semana (que no es ninguna maravilla de película, pero no es el bodrio que tanto anunciaron) tuvo más repercusiones en la Iglesia de lo que uno habría creído. Este fin de semana, que los curas se han dedicado a la crítica de cine en vez de referirse a Marcial Maciel, nos ha llevado a lectura de muchas interesantes entrevistas y artículos referidos al Opus Dei. Como esta nota de The New Yorker (la traducción del extracto es mía):

Mientras Juan Pablo II se acercaba a la muerte, el Padre Richard McBrien, de la Universidad de Notre Dame, una voz liberal consecuente, dijo que una de sus quejas contra el Papa era su afinidad con el Opus Dei. “El Opus Dei es lo más cercano a una organización fascista [que puede existir] en la Iglesia Católica», me dijo el año pasado. “Son un grupo ultra conservador muy definido y militante en la Iglesia, quienes básicamente tratan de deshacer el trabajo del Concilio Vaticano II. Con este Papa tuvieron un fuerte aliadoporque hubo un quid pro quo (alianza del tipo «pasando y pasando»). Ellos le dieron mucho dinero y apoyo a sus iniciativas en el pasado, cuando apoyaron el Movimiento Solidaridad en Polonia. Y tuvieron gran influencia en su pontificado”.

Más adelante, el artículo anota dos curiosidades: cuenta que en Estados Unidos hay unos 70 mil miembros del Opus Dei, a diferencia de sus más conocidos «rivales» en la Iglesia, los Jesuitas, que tienen apenas 20 mil congregados en ese país. La nota, además de recordarnos que la Madre Teresa de Calcuta también ocupaba cilicios en sus piernas como una manera de torturarse y rememorar el dolor de Jesús en la cruz, nos cuenta la estrategia del Opus Dei frente a la película:

El Opus Dei rediseñó su sitio web, lo hizo más amigable para el usuario, y publicó una lista de correcciones a «El código Da Vinci». (Respecto a los «monjes» del Opus Dei, como Silas, el prelado anota que, “como todos los católicos, los miembros del Opus Dei sienten gran aprecio por los monjes, pero en realidad no existen monjes en el Opus Dei”).

Por otro lado, la siempre excelente Pamela Bienzobas, actualmente en Cannes, publica en Mabuse una interesante entrevista a Marcela Said y Jean de Certeau, ambos directores «Opus Dei, una cruzada silenciosa», una investigación documental al rol del Opus Dei en Chile, que ya ha sido exhibido en la TV francesa y que debería ser estrenado en el corto plazo en Chile. Recordemos, Marcela Said fue la directora de «I Love Pinochet», un jugado documental-ensayo-registro sobre los seguidores de Pinochet (Francisco Javier Cuadra incluido) consultados sobre su pinochetismo cuando el Caballero volvió a Chile desde Londres, un documental que TVN compró hace ya un par de años, y todavía no exhibe (restringiendo con eso, además, que otro canal pueda exhibirlo).

En la entrevista, Marcela Said da cuenta con sorpresa cómo no existían hasta el momento muchos documentales sobre el Opus Dei, no solo en Chile, sino que tampoco en España y Francia, y que cómo la poderosa organización católica es también un tema tabú en esos lugares. Algunos destacados.

No se puede hablar del fundamentalismo cristiano, y eso es increíble. Sí se puede hablar del fundamentalismo musulmán, hindú, incluso judío, pero no cristiano. Es un tema delicado y de hecho la gente esperó hasta ver el documental terminado antes de comprarlo (…) Nos tomó tres años convencer a un canal público de comprarlo.

No todo es negro adentro (del Opus Dei), tiene muchos ejes. Es un tema complicado, porque en el fondo no sabemos nada. En un principio es un grupo de gente que se junta a rezar, que quiere santificarse en la vida común, y luego están los «azares»: que la mayoría de esa gente es de derecha, que corresponde a quienes apoyaban a Franco en España y a Pinochet en Chile… ahí empiezan a surgir los ejes más interesantes.

(Joaquín) Lavín es más perjudicial que benéfico para el Opus Dei por una simple razón: es un personaje demasiado público para una organización que le gusta trabajar como «tres mil haciendo el ruido de tres». La falta de discreción ya es desmedida por el hecho de que él sea reconocido públicamente como miembro de la Obra. Es un problema sobretodo porque la gente puede pensar que lo que dice o hace Lavín es el sentir del Opus Dei.